Edgar Fonseca
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Y se le escurrió el primer mes a la administración de la Presidenta Laura Chinchilla y al país.

El proyecto de alza salarial a los diputados dilapidó, en un santiamén, la fortuna de la “conexión” con la opinión pública que debe cuidar, como un tesoro, toda administración entrante.

Tras ese episodio, tras el desgaste que le ha significado, se multiplican las expectativas sobre la gestión cuando no ronda el “beneficio de la duda”.

Y la fracción y sus aliados de la oposición quedan bajo escrutinio particular a ver si, por sus frutos, merecían el trepón en su cheque mensual.

Si de señales se trata, sería conveniente que la alianza de fracciones, que luchó a brazo partido por su salario, le garantice al país que, pese a que no recibirán el aumento, sí economizarán los ¢1.500 millones que abomban los gastos en la Asamblea, empezando por la piñata de los 30 mil litros mensuales de gasolina.

Primer mes de apagar incendios heredados de la anterior administración, en particular en el ámbito diplomático.

Es difícil entender como decisiones tan poco congruentes pudieron contar con beneplácitos comunes, como dice la madre del canciller defenestrado.

Y en seguridad, un tema crítico para el país y una promesa de alto voltaje en campaña, los destellos aún son tenues.

Primer mes de hondas lecciones en la conducción de gobierno y en la gestión pública.

De nunca más embarcarse con una iniciativa tan desafortunada como la que tiñó el primer mes de esta joven administración.

Frases célebres- “…nos hemos deslizado hacia un cierto grado de mediocridad y ni siquiera nos damos cuenta”. Franklin Chang /Proa, La Nación.