Franklin Arroyo González
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Si usted le tiene miedo a los terremotos, descarte de momento un evento sísmico de magnitud 8.8 grados en Costa Rica, pero tome las precauciones para enfrentar uno menor (de siete) en el Valle Central.

Esos sismos, de entre seis y siete grados, podrían enfrentarnos a escenarios de destrucción en zonas muy concentradas y reducidas, pero cargadas de población.

El viernes anterior, por ejemplo, se produjo uno a las 10:47 p.m. en Sabanilla de Montes de Oca, de 4.4 grados en la escala Ritcher, sin causar daños severos, aunque el servicio de electricidad se fue unos minutos, y generó pánico entre vecinos. La Cruz Roja no tenía ayer reportes de heridos.

Marta Roldán, quien vive cerca de la zona del epicentro, dijo que muchos salieron de sus casas asustados y no querían regresar.

“Se cayeron cosas y se fue la luz como 20 minutos”, recordó.

Marino Protti, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), dijo que nuestro país no tiene potencial para generar sismos de ocho grados, pero reconoció que temblores menores de siete pueden ser frecuentes y destructivos si se producen en el Valle Central.

“Lo más fuerte sería como el que esperamos en el golfo de Nicoya, de 7.8 grados de momento sísmico, pero muy lejos del Valle Central”, comentó.

Los organismos de respuesta, como Bomberos, Cruz Roja y Comisión Nacional de Emergencia (CNE), pintan escenarios graves con terremotos en esa zona, sobre todo porque la capacidad de respuesta estaría limitada.

Un sismo como el de Cinchona (6.2 grados en escala Richter) en Hatillo, por ejemplo, destruiría ese distrito, según Protti. “La parte crítica sería Hatillo. En San José los edificios sufrirán daños y se va a sentir fuerte en Cartago, Heredia, Alajuela, donde se romperán ventanas y habrá otros daños”.

Roy Acuña, presidente de la Comisión del Código Sísmico del Colegio de Ingenieros y Arquitectos (CFIA), explicó que las casas y edificios están hechas para soportar magnitudes de hasta 6.5 grados en el Valle Central, pero que indudablemente sismos de esa magnitud, cercanos a San José, producirán daños.

“Pueden colapsar puentes y carreteras, por avalanchas y taludes de tierra. Pueden haber carreteras hundidas, ya lo hemos visto con sismos pequeños como el de San Isidro del General”, anotó.

Añadió que algunas pistas son vulnerables, como la 32, que comunica San José con Limón. “Con un sismo cercano va a tener problemas. De la nueva pista a Caldera, no tengo gran información, pero generalmente en las carreteras donde se hacen grandes movimientos de tierra se forman taludes por la saturación de suelos”, explicó.

Héctor Chaves, director Nacional de Bomberos, coincidió con la apreciación de Acuña de que sería muy grave un sismo en el Valle Central.

“Todas las instituciones de respuesta están centralizadas en San José, no solo en cuanto a búsqueda y rescate, sino los centros hospitalarios, los aeropuertos para la ayuda internacional y dependemos de un acueducto, por lo tanto, el tema del agua potable sería grave. Además, la concentración de personas, con casi dos millones en el Valle Central, lo haría más difícil de controlar”, dijo.

Sigifredo Pérez, jefe de Operaciones de la CNE, admitió que teme más a un temblor de seis grados en el Valle Central, que al anunciado terremoto de Nicoya.

“No quiero ser alarmista, pero como país tenemos mucho en que trabajar para estar preparados para un sismo de esa magnitud. Es irresponsable decir que estamos perfectos, pero también es bueno decir que se ha avanzado mucho en las últimas décadas”.

Aguantan

Acuña comentó que las edificaciones en Costa Rica cumplen con el Código Sísmico, pero que algunas construidas antes de 1974 necesitan ser reforzadas.

Dijo que la sede central de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) podría ser uno de esos casos, pero manifestó que el Instituto Nacional de Seguros (INS), el hospital México, el Banco Central y el Nacional sí están en condiciones de soportar.

“Un sismo fuerte en el centro nos dejaría un escenario más parecido al de Chile, que al de Haití, porque las construcciones son mejores”.

El sismo de Limón de 1991, con magnitud de 7.6 grados, es un escenario muy similar al que produciría un terremoto en el golfo de Nicoya.

Con distancias similares en relación a San José e intensidades parecidas, las instituciones de respuesta se sienten en mejores condiciones para afrontar un evento en este último lugar. Marino Protti, del Ovsicori, dijo que en Limón hubo mucho daño. Las provincias de Alajuela y Heredia tuvieron menos problema.

Si el sismo ocurre en Nicoya, sería lo contrario. Alajuela y Heredia, por cercanía, podrían sufrir más consecuencias. Las entidades aseguran estar listas para enfrentar un evento en cualquier lugar fuera del Valle Central.

“Por la concentración de población no es tanto de temer. Siempre hay una correlación directa entre la población y la fatalidad”, explicó Sigifredo Pérez, de la CNE. Guillermo Arroyo, director de la Cruz Roja, expresó que la respuesta sería mucho más oportuna en Nicoya que en el Valle Central.

“Estamos bien preparados para hacerle frente a las primeras 78 horas. Luego empezará a llegar la ayuda internacional. Tenemos gente muy capacitada, entre 75 y 100 personas, que, sin embargo, son pocas, pero creemos responder bien a lo de Nicoya”.

Expertos dan algunas recomendaciones para estar preparados en caso de un sismo fuerte.

Guillermo Arroyo, director de la Cruz Roja, sugiere definir una ruta de escape, disponer de un paquete con alimentos no perecederos y con unos tres meses de vigencia, foco, baterías, agua y un radio para estar enterado de las informaciones.

Sigifredo Pérez, jefe de Operaciones de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), dijo que lo primero es la responsabilidad individual. “Si va a hacer una casa, debe estar seguro que va a cumplir con toda la normativa del Código Sísmico y no, por ahorrarse unos pesos, poner una varilla diferente a la que corresponde. Al fin y al cabo, si la casa se cae, será sobre su familia”, adviertió.

Además, hay que procurar mantener la calma y no correr hacia la calle, pues los cables eléctricos podrían caerse y estar cargados. “Muchas vecesse producen más muertes por la histeria, porque la gente no sabe para dónde correr, que por el terremoto mismo. La educación es básica”.