Políticos, faranduleros, deportistas conocidos y desconocidos, no se perdieron ni un detalle del evento en La Sabana.
A Felipe de Borbón las damas en La Sabana no pararon de aplaudirle. Los gritos y piropos nunca faltaron.
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Cuando a doña Laura le colocaron la banda presidencial, decenas de camarógrafos y fotógrafos del mundo entero le gritaban al hijo de la presidenta para que se moviera, pues sin querer, impedía apreciar el momento más importante del traspaso a todos los que se ubicaban en el centro de las tarimas.
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A pesar de que no cayó ni una gota de agua, los más de ocho mil asistentes se mostraron desesperados por adquirir una sombrilla. Cualquier excusa era válida con tal de conseguir una: familiares enfermos, abuelas en silla de ruedas y bebés de brazos, eran algunas de las razones que gritaban cerca de la barrera a los organizadores.
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