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Cubiertos. En la mañana un paraguas sirvió de carpa contra el sol, mientras una aficionada dormitaba sobre sus rodillas.
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Presente. El fan club de Green dijo ¡Presente! y fue uno de los grupos más bulliciosos. Tenían energía y galillo de sobra.
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Serio. La diversión no tiene porque interferir con el estudio, Josué Hernández tenía examen de ingeniería hoy.
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Marea verde. Largas filas integradas en su mayoría por adolescentes esperaban que a las 4 p.m. abrieran las puertas. Ese es el momento más duro para los seguidores, porque las horas se hacen eternas.
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Cerca. Ellos pueden decir que estuvieron cerca de Green Day, al menos en afiche.
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De colección. Los primeros fans de la fila vieron con orgullo como sus fotografías salieron en Al Día, ¡Qué buen recuerdo!
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Custodiados. La Fuerza Pública vigiló que ningún aguafiestas echara a perder la diversión.
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Enmuletado. Ignacio De la Hormaza casi no va al concierto por patear un poste jugando fútbol. Aquí con el grupo de enfermeros, digo amigos.
Felipe Arrieta Sánchez, colaborador
redaccion@aldia.co.cr
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Desde el jueves anterior, un grupo de jóvenes fueron los primeros en llegar al estadio Ricardo Saprissa. Ayer, decenas de personas esperaban en las afueras del reducto morado para disfrutar del concierto de Green Day.
Durante la jornada, hubo de todo y para todos.
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