Miércoles 2 de febrero de 2011, San José, Costa Rica
Sucesos | Tribunal de Juicio de Pococí dicta sentencia contra banda
116 años de cárcel para asaltantes
En violento ataque robaron dinero y violaron a una joven de la zona
  • “Kiko” y “Pana” tenían antecedentes y por eso fueron fácilmente reconocidos. Réiner Montero.
    “Kiko” y “Pana” tenían antecedentes y por eso fueron fácilmente reconocidos. Réiner Montero.
  • Las fiscales de juicios fueron Juliana Vallecillos y Erna González. Al fondo el Tribunal de Pococí. Réiner Montero.
    Las fiscales de juicios fueron Juliana Vallecillos y Erna González. Al fondo el Tribunal de Pococí. Réiner Montero.
  • Doña Luceida Amador trata de sobreponerse a las heridas psicológicas del violento asalto. José Rivera.
    Doña Luceida Amador trata de sobreponerse a las heridas psicológicas del violento asalto. José Rivera.

Rodolfo Martín
rmartin@aldia.co.cr

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Pococí, Limón.- Al llegar los tres sujetos dispararon indiscriminadamente contra el guarda, luego lo vapulearon de manera inmisericorde hasta quedar al borde de la muerte y, como si eso fuera poco, lo arrastraron 25 metros y lo lanzaron por la ventana de una soda para abrir un boquete y así entrar al negocio.

Adentro, el ensañamiento fue contra de los dueños del local: les exigían entregar todo el dinero.

Al cabo de 25 minutos, del más incontrolable salvajismo y, ante la llegada de dos policías, los delincuentes huyeron cada quien por su lado con cuatro rehenes.

Lo peor estaba por llegar. Uno de ellos, pese a todo lo anterior y a que era perseguido de cerca, incurrió en la infamia de violar a su raptada, una niña de 14 años.

Esta jornada de violencia ocurrió la noche de 16 de febrero del año pasado, en Alta Gracia I, plantación de la finca bananera Londres, situada en Llano Bonito de Cariari, Pococí.

Los culpables de protagonizar esa noche de infierno fueron Jhonny Lara Galeano, Marvin Benavides Huetes y Alexis Núñez Bonilla, a quienes el Tribunal de Juicio de esa jurisdicción les impuso 35, 32 y 45 años de prisión respectivamente el viernes.

Primera escena

Juan Cantillano Fernández, de 39 años, hacía su segunda ronda por la empacadora cuando, de la oscuridad, saltó un sujeto que le quitó el revólver y su radio, al tiempo que otro lo derribó de un brutal golpe con una barra de acero por la cabeza.

Hoy, casi un año después, 30 puntadas de sutura y un hueco en el cráneo atestiguan ese ataque.

Indefenso en el suelo, recibió dos balazos en la pierna izquierda y, por varios minutos, incontables golpes con la misma varilla y, a patadas causantes de fracturas y otras graves lesiones.

Al borde de la agonía, lo arrastraron hasta la soda donde una vez más lo agredieron para obligar a los dueños a que abrieran.

Segunda escena

Adentro, Julio Bravo, su compañera Luceida Amador, dos hijas y un sobrino, estaban aterrorizados... no reaccionaban.

Metieron a los niños debajo de su cama mientras desde afuera destrozaban los vidrios de las ventanas y la puerta principal.

Como aún no abrían, los sujetos dispararon contra la cabeza de Juan cubierta de sangre, al igual que su cuerpo y le agredieron en el rostro con un extinguidor.

Al matrimonio no le quedó más que abrir y, una vez adentro le exigieron entregar un dinero que, al parecer, esa tarde habían retirado en Cariari.

Lo único que disponían era de ¢42.000. El viaje había sido para arreglar otro tipo de asuntos familiares.

Tercera escena

La violencia era incontrolable hasta que, sorpresivamente, llegaron dos motorizados de la Fuerza Pública que respondían a un llamado de auxilio que los niños habían hecho al Sistema del 9-1-1 desde sus celulares.

“Tomemos rehenes porque si no no podemos escapar”, dijeron los sujetos, según así lo recordó ayer doña Luceida.

Benavides, conocido como “Kiko”, se llevó a una niña y al primo; Núñez, alias “Pana”, a la otra chiquita y Lara a la señora.

Unas horas más tarde, milagrosamente, regresar vivos, pero con las vidas destrozadas.

Luego de una encarnizada persecución de la Fuerza Pública los sujetos fueron detenidos.

Al guarda le reconstruyeron la cara con platinas internas después de tres operaciones y la pierna derecha con un inmenso pin que sale de la cadera a la rodilla de la cual cojea. Sin embargo, la peor afectación de las víctimas es psicológica.

¡Irreparable!

Luceida Amador, víctima.

Arruinaron mi vida, una vida de luchas que comencé cuando apenas tenía 15 años. Uno de ellos fue comenzar lo mío”.

Juan Cantillano, víctima.

Soy un milagro de Dios, por eso estoy aquí. Por la paliza que recibí no puedo caminar ni tampoco estar sentado”.

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