Cuando un país pone su mira en un proceso preparatorio de su selección mayor de fútbol rumbo al Mundial de Brasil 2014, deja un amargo sabor el episodio de un grupo de seleccionados enfiestados en un bar y restaurante de ticos en New Jersey en pleno tiempo del mayor torneo internacional regional como lo es la Copa de Oro.
Deja ese sinsabor por el momento, por las circunstancias y por las dudas que emergen sobre el orden, el rigor y la disciplina que deben imperar en una concentración deportiva, en una competición de máximo nivel regional como esa de la que nos despedimos ayer, con más pena que gloria, ante Honduras.
No queremos pasar por mojigatos, ni lanzar la primera piedra, condenando o señalando responsabilidades, tras este hecho, más atribuible a un comportamiento inmaduro de los jugadores, que opacó la preocupación deportiva. Pero que cada palo aguante su vela.
La Federación Costarricense de Fútbol, cuerpo técnico y los seleccionados involucrados deben disculpas públicas.
La Fedefútbol ha anunciado una investigación sobre los hechos y que tomará, si es del caso, las medidas correctivas. Y el técnico, pasándose de bonachón, no ve tan patético lo ocurrido.
Episodios como este no deben de repetirse, por respeto a la representación que ostenta todo seleccionado y por respeto a la opinión pública.
Desde estas páginas respaldamos la decisión de la Fedefútbol de definir un proceso para la selección mayor de cara al próximo mundial.
Respaldamos una debida visión de largo plazo para evitar la improvisación y la chapucería con técnicos y convocatorias que, en el paso del tiempo y de las eliminatorias, nos han dejado amargas experiencias.
La dura eliminación de Sudáfrica 2010 mostró la necesidad de encarar la aspiración de la ruta a Brasil con suficiente antelación, con un trazo de vuelo ambicioso, con todas las condiciones para que no nos lamentemos de nuestra eterna improvisación.
Respaldamos por ello la contratación de un cuerpo técnico de alto nivel con la llegada de Ricardo La Volpe, reconocido y elogiado por su paso por el fútbol mexicano, por su experiencia y trayectoria, por lo que le puede infundir de enseñanza y de logros al grupo que aspira a representarnos en las eliminatorias mundialistas, objetivo fundamental de este proceso.
Pero hete aquí que saltan capítulos tan desconcertantes como la humillante derrota 4-1 ante México donde no solo los seleccionados sino todo el cuerpo técnico, empezando por el propio La Volpe, quedaron en suma deuda con la afición.
Y para rematar se da el incidente de la “fiesta” de New Jersey en plena concentración.
El desafiante camino hacia el próximo mundial, lo costoso de este proceso, las esperanzas que se tienen en un técnico clase A y el brote de incidentes como el vivido en New Jersey, deberían conducir en la Fedefútbol a una oportuna e inmediata etapa de autocrítica, empezando por su presidente, que haga sentir su liderazgo, y mucho sentido común de todas las partes.
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