París/ AFP. - Mónaco se prepara para celebrar con ceremonias oficiales el enlace del príncipe Alberto II con la exnadadora sudafricana Charlene Wittstock, que devuelve el interés mediático sobre el pequeño Principado asomado al Mediterráneo.
Las ceremonias, una civil el próximo viernes y otra religiosa al día siguiente, culminan cinco años de noviazgo, pero quieren aprovecharse para mostrarle al mundo la cara amable de un enclave asociado a una tríada compuesta de lujo y riqueza.
Para que ni turistas ni habituales se pierdan ningún momento de las ceremonias en que Wittstock saldrá convertida en princesa de Mónaco, se van a instalar ocho pantallas gigantes, de las cuales dos estarán en la Plaza del Palacio, una delante de la catedral y tres más en el muelle Alberto I.
Mónaco espera desde 1956, año en que se casaron Rainiero y la entonces actriz estadounidense Grace Kelly, la celebración de un nuevo enlace de esa categoría y para intentar que sus ciudadanos no se lo pierdan ha decretado que esos dos días sean festivos.
Por todo el Principado ondean las banderas oficiales de Mónaco, de Sudáfrica y la del emblema oficial de la boda.