Puriscal está marcado por la actividad sísmica y el sentido el pasado viernes 13 de mayo trajo a la memoria de sus residentes el de hace 21 años, el que casi los convirtió en un pueblo fantasma.
Aunque era de origen diferente, porque los eventos sísmicos de los últimos tres años responden a choques de placas y el de 1990 a la activación de un enjambre sísmico, los puriscaleños están en guardia y temen consecuencias.
Manuel Ramírez Salazar, comerciante y residente de este cantón josefino desde hace 40 años, explica que este meneón trajo al presente recuerdos de un Puriscal desolado cuando muchos vecinos se fueron huyendo porque los temblores se asocian a la muerte.
“Toda mi vida he vivido en Puriscal. Aquí tiembla y eso infunde temor, pero ¿adónde no tiembla?” se pregunta Adelaida Corrales, vecina del antiguo templo, donde todavía se pueden observar las secuelas del sismo de 1990.
Lleva razón Adelaida al preguntarse, adónde no tiembla en Costa Rica y es que como país tenemos características de gran actividad por las fallas que hay y las placas sobre las que estamos.
En Puriscal existen características particulares. Ronnie Quintero, sismólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico Nacional (Ovsicori), explica que las fallas en ese cantón provocan sismos de una magnitud que ronda los 6° en la escala de Richter, pero en otras zonas como en el Valle de la Estrella, en Limón, los eventos son de mayor magnitud, detalló.
Marino Protti, sismólogo del Ovsicori, detalló que los sismos de 1990 fueron consecuencia de un enjambre sísmico con miles de eventos en Puriscal ese año.
Esta actividad fue disparada, cuatro horas después del terremoto de Cóbano, el 25 de marzo de 1990. Hubo tres sismos importantes de ese enjambre que causaron daños en junio y en diciembre.
En el mapa se puede apreciar que el límite viene desde Limón, pasa por el valle Central y se abre en una especie de abanico de fallas que van desde Barranca hasta Dominical, precisó Protti.
Acomodo de placas
Quintero explicó que el movimiento del viernes 13 de mayo es distinto y resultado de la subducción de la placa de Cocos bajo la placa del Caribe a una profundidad de 65 kilómetros y una intensidad de 5,9 grados.
Este evento ubicado a 6 km al norte de Puriscal, no registró réplicas y es similar a los sentidos durante 2009 y 2010 en Naranjo, Grecia, volcán Poás, Tejar y Heredia, entre otras localidades.
El cantón de Puriscal con más de 29.407 habitantes, aprendió a convivir con los sismos, pues marcaron su identidad. A la gente le sorprendió la serenidad de las reacciones en el parque luego del temblor, dijo el sacerdote Carlos Alfaro, párroco de Santiago.
“Lo importante es sabernos preparados como comunidad ante estos eventos y no que esa condición nos haga confiarnos”.
Luego del sismo del 13 de mayo pasado, los comités de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) descartaron daños.
“Dios nos bendijo una vez más con la profundidad”, agregó.