Internacionales
Sábado 11 de agosto de 2012, Costa Rica

Adultos y niños, miembros de secta en Rusia

Vivían en las tinieblas

Moscú, Rusia/EFE.- Las autoridades rusas realojaron en orfanatos a la mayoría de los niños que vivieron durante años bajo tierra en una secta musulmana desmantelada en Kazán, capital de la república de Tatarstán.

Por lo menos una quincena de menores fueron rescatados de las profundidades de una casa, donde vivían sin ver la luz del día, algunos desde hace más de 10 años.

En total, más de 60 seguidores de la secta, liderados por Faizarjman Sattárov, de 83 años, vivían en unas catacumbas de ocho niveles construidas en forma de laberinto en el subsuelo.

“Los niños tienen miedo. Después de todo lo sucedido temen lo que les pueda pasar”, comentó Fana Sayánova, una integrante de la secta. Los adultos, que llevaban años sin ver a un médico, se resistieron a ser atendidos y defendieron su modo de vida aislada. “Lucháis contra el mismísimo Alá”, exclamó un hombre.

Rastiam Bakírov, médico jefe del hospital municipal de Kazán, recordó que el día que atendieron a los sectarios, una mujer tuvo un aborto, por lo que recibió asistencia en los sótanos del inmueble.

Cómo los encontraron

Solo después del asesinato, el 19 de julio, de la máxima autoridad religiosa de Tatarstán, Ildus Faizov, se interesaron las autoridades civiles y religiosas por la histórica región rusa, de mayoría musulmana.

Sabían que Sattárov, un imán mimado por el régimen soviético, se había autoproclamado profeta del Islam para reunir a decenas de seguidores y guiarlos hacia una vida bajo tierra en un “califato” que instauró en el subsuelo de su vivienda. “Durante años no pudimos acceder al interior”, reconoció la portavoz de la Fiscalía de Kazán, Irina Petrova.

Después del asesinato de Faizov, las fuerzas del orden se presentaron en el “califato”, al que llegaron buscando armas, pero se encontraron con la comunidad religiosa que vivía en tinieblas.

Los servicios sociales constataron que “el hormiguero” que habitaba la secta no reunía las mínimas condiciones para la vida, sin ventilación y en la más absoluta oscuridad, con una letrina primitiva, falta de ventilación, un único frigorífico y un caldero común del que comían todos.

Fue a finales de los ochenta que Sattarov se autoproclamó profeta del Islam y fue expulsado del Directorio Espiritual de los Musulmanes de Bashkiria.

Después de vivir en varias ciudades y reunir a decenas de adeptos, se estableció en Kazán, donde con dinero de sus seguidores construyó el inmueble que se convertiría en templo de la secta.