Algo tarde quizá para las familia que han llorado a un ser querido por culpa de alguien que no recordó ese viejo y tan simple eslogan de “si toma no maneje” o que no tomó en cuenta la multa de ¢468 mil por conducir con entre 0,50 por ciento y 0,74 por ciento gramos de alcohol por litro de sangre.
Ni siquiera la amenaza de ir a la cárcel y enfrentar un proceso por conducción temeraria que empezó a regir en diciembre de 2008, había hecho la suficiente mella en los conductores.
La buena noticia es que muy al estilo tico, la acción que ha sido criticada hasta el cansancio por diversos sectores, empieza a dar frutos. Tarde para algunos, pero seguro para muchos otros.
Nueve decesos menos según reportó el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) con respecto al año pasado por accidentes donde el alcohol estuvo de por medio.
Sin embargo, 22 familias lloraron en este año a un ser querido por culpa del alcohol, mientras que 31 lo hicieron el año pasado.
Si bien es de aplaudir que la baja sea atribuida entre otras cosas a la intensificación de operativos diurnos y nocturnos por parte de los oficiales de Tránsito en carretera, las cifras que acompañan la buena noticia se convierten en una alarmante vergüenza.
1.132 conductores fueron remitidos al Ministerio Público por conducir en estado de ebriedad y 211 más tuvieron que hacer un ajuste en su billetera para enfrentar la sanción económica antes mencionada, tan solo en el primer semestre de este año.
Las campañas de concientización suman un punto más a favor de las autoridades. Cualquiera debe pensarlo dos veces ahora al tomarse los tragos y agarrar las llaves de su vehículo si en el mismo llavero que las porta ve la foto de sus hijos, esposa o madre.
Pero ¿por qué a palos, con amenaza de perder el salario del mes, terminar en la cárcel o quedarse sin carro?.
¿Por qué una campaña televisiva tiene que recordarnos algo que debería ser una regla tan básica como que necesitamos comer y respirar para vivir?
No quiere decir que la iniciativa sea mala, imagínese si con todo y la ley dura y campañas costosas, hay 22 vidas menos por esta causa.
Ojalá y las buenas nuevas anunciadas por el MOPT esta semana sean más una tendencia que un alegrón de burro y que el otro año no sean nueve los que se “salvaron” si no más. Ojalá que en la “manoseada” Ley de Tránsito aprobada hace tres años y de la cual queda apenas un esqueleto no se toque este apartado que por fin, aunque tarde parece dar resultado.
