Golfito. - En Pilón de Pavones, unos 45 kilómetros al sur de Golfito, en el distrito de Pavón, los oleajes de semanas atrás causaron tantos estragos como los ocurridos en Caldera de Esparza.
El mar, del que a diario sacaban su sustento, se volcó contra ellos y sufren las consecuencias.
“Unas 16 familias lo perdieron todo. Cinco aún se encuentran en un albergue ya casi sin comida, agua potable y sin letrinas”, comentó Ramón Loaiza, pescador.
Loaiza lamentó que ningún funcionario municipal se les ha acercado a ver cómo están y menos a brindar ayuda.
Las olas destruyeron las casitas, ubicadas a la orilla de la playa. “Alcanzaron casi nueve metros de altura. Esto arrasó con todo lo que estaba a su paso”, agregó.
Casas, pangas, artes de pesca y enseres desaparecieron.
La emergencia no termina
“La noche del fuerte oleaje estábamos durmiendo mis cuatro hijos y mi compañero cuando sentimos el mar dentro de nuestra casa. A como pudimos sacamos a nuestros hijos y luego otra ola, creo que la más grande, arrancó la casa y se llevó todo: cocina, camas, comida, ropa, zapatos y hasta los cuadernos de mis hijos”, narró doña Santos Muñoz.
Después de constatar la destrucción, la Comisión Nacional de Emergencia (CNE) les dio comida a las familias afectadas, pero ya se les acabó.
“Ahora no tenemos que comer, además no hay agua potable”.
Como las pangas quedaron destruidas, no se puede salir a pescar”, manifestó la mujer.
Según José Esquivel Solís, afectado, solo quedaron algunas láminas de zinc de lo que fue su casa. “Siempre hemos vivido a orillas de la playa y el mar nos dejó con una mano atrás y otra adelante. Necesitamos la ayuda de las instituciones del gobierno”, dijo.
Ana Catón, alcaldesa de Golfito, dijo que tras la emergencia colaboró con los pescadores y hasta envió personal en un vehículo.