Muchos piensan que por ser pequeños no tienen la capacidad de asimilar el dolor y los dejan al margen de acontecimientos familiares dolorosos.
De ahí que sean los últimos en enterarse y por eso cuando lo saben a veces el golpe emocional es más fuerte.
Y todo se complica aún más porque muchos padres no son abiertos con sus hijos y les cuesta transmitir lo que sienten, coinciden las psicólogas Melissa Céspedes y Sarita Álvarez.
“Apelan a la comunicación, pero buscan poco dialogo y no saben como hablar con ellos. Lamentablemente, no logran compartir con los menores por las jornadas de trabajo y el estrés”, dijo Céspedes.
Los temores de los padres por revelar situaciones difíciles como un divorcio, un despido de trabajo así como la muerte o enfermedad puede posponer esa charla. Sin embargo, no hay que perder de vista que si sospecha que algo sucede se angustiará más.
Según Álvarez es importante hablarles de acuerdo a su edad, siempre con la verdad y con un vocabulario que puedan comprender. Además, la conversación debe darse en un ambiente tranquilo y permitir que cuestionen.
Asimismo Céspedes advierte el estar preparados, pues muchos pequeños reaccionan con irritabilidad, falta de apetito e incluso sufren regresiones. Es decir, actúan como si fueran más chicos.