Washington, EE. UU./AFP.- El rápido viaje del neurocirujano Alexander Eban hacia el cielo comenzó con un dolor de cabeza y siguió con siete días en coma durante los cuales, afirma haber viajado “a otra dimensión”.
Era noviembre del 2008 y una meningitis bacteriana atípica se abría camino hacia la corteza cerebral –la parte del cerebro que se ocupa de la percepción sensorial y el pensamiento consciente – de este neurocirujano de la Universidad de Virginia.
“Por siete días permanecí en coma profundo”, recordó, aunque al mismo tiempo, “viajé a otra dimensión mayor del universo, una dimensión que nunca había soñado que existía”.
Allí encontró “nubes grandes, rellenas y rosadas contra un cielo profundo y azul y bandadas de seres transparentes, brillantes, diferentes a cualquier cosa que he conocido en este planeta”.
Alexander no estaba solo. Su compañera de viaje en el más allá era una mujer joven, de pómulos marcados, ojos azules y trenzas doradas que, en medio de millones de mariposas, hablaba con él, “sin pronunciar una palabra”.
Esta experiencia es lo que trata de explicar Alexander en su libro “Prueba del Cielo: El Viaje de un Neurocirujano Hacia El Más Allá”, que será publicado en EE. UU. el próximo 23 de octubre.
Un extracto del texto publicado en la revista Newsweek ya despertó el debate permanente sobre la vida después de la muerte.
Inevitablemente, los escépticos se preguntan si Alexander, quien es profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, no se está yendo por las ramas de lo paranormal.
“Pareciera como si él hubiese tenido nada más que un sueño lúcido intenso”, escribió un lector en la página web de Newsweek.
Sin embargo, según una estimación, el 3 por ciento de los estadounidenses –que sería más de nueve millones de personas – ha sufrido una experiencia cercana a la muerte.
“Hay decenas de miles de experiencias cercanas a la muerte cada año y muchas de ellas son muy similares a las de Alexander”, comentó Paul Perry, coautor de varios sobre el tema.
Dean Mobbs, psicólogo de la Universidad de Columbia en Nueva York, quien estudia la neurobiología y el miedo en los seres humanos, no rechazó la experiencia de Alexander, aunque cuestionó la forma en que se produjo.
“Pienso que no hay ningún componente paranormal. Creo que nuestros cerebros pueden inventar experiencias, en particular en situaciones de confusión y trauma”, finalizó Mobbs.