Gabriela Solano
gsolano@aldia.co.cr

La nueva generación lo conoce como una caricatura colorida, simpática y algo torpe, según la descripción que hacen los estudios Disney del poderoso Tarzán. Sin embargo, el llamado “Rey de los Monos” ha tenido muchos rostros desde su nacimiento en 1914 como una novela de ficción.

El personaje fue creado por Edgar Rice Burroughs como un pequeño inglés cuyo nombre verdadero era John Clayton III, Lord de Greystoke.

En la versión original de Tarzán (significa piel blanca en el lenguaje manganí) él aprendió a leer solo viendo algunos libros de inglés dejados por sus padres en la selva, además de hablar varios idiomas. Esa imagen es muy diferente al presentado en el cine o la televisión, el cual prácticamente no sabe hablar.

Justo a los 15 años de la creación del personaje, la novela se convirtió en una historieta que se publicó en varios periódicos estadounidenses a partir del 7 de enero de 1929.

El salto a la gran pantalla y en pleno apogeo del cine mudo el fuerte y heróico personaje fue interpretado primero por Gordon Griffith y Elmo Lincoln.

Pero sería hasta 1932 que llegaría el rostro más emblemático de Tarzán, el de Johnny Weissmüller, el deportista de origen alemán, el cual contó hasta con la aprobación de Edgar Rice. En total filmó 12 películas como el “Rey de los Monos” y su remuneración fue de casi $2 millones, una suma gigantesca en aquella época.

En los años posteriores cuando Johnny deja el papel tras finalizado el contrato con la Metro Goldwyn Mayer, otros actores tomaron su lugar en el cine.

Bruce Bennett, Glen Morris, Lex Barker, Peng Fei, Tamar Balci, Clint Walker, Gordon Scott, Denny Miller, Jock Mahoney, Mike Henry, Steve Hawkes, David Carpenter, Miles O’Keeffe, Christopher Lambert y Casper Van Dien.

Tarzán también capturó la atención de la “tele”.

Entre 1966 y 1970 Ron Ely adoptó el papel y le dio un toque moderno, ya que sabía manejar carro y hasta jugar ajedrez.

Wolf Larson y Joe Lara, también vistieron taparrabos en la pantalla chica.

Tarzán incluso fue publicado en una versión de cómic en 1972 y 1976, ambos libros fueron toda una sensación porque Burne Hogarth utilizó en ellos técnicas novedosas y coloridas.