Domingo 27 de septiembre de 2009, San José, Costa Rica
Nacionales | Los personajes de San José
Ellos son el folclore de la capital
“Tango”, doña Adelina, “Miguelito”, “Thashera”, “Marito Mortadela”, son parte del alma de la ciudad
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    Adelina Ugalde en su puesto al costado oeste del Banco de Costa Rica. Herbert Arley.

Franklin Arroyo
farroyo@aldia.co.cr

Los gritos, casi sin aliento, de Adelina Ugalde, ofreciendo el 09 o el 34, o cualquier número que se le ocurra, los perritos de “Thashera”, y los juegos y discursos de “Tango”, son parte de San José.

“Miguelito”, “Marito Mortadela”, “Chispita”, los lustrabotas, los “profetas”, que en cada esquina predican la palabra de Dios, los indigentes y los vendedores ambulantes…. todos conforman un grupo de personajes que son el alma del pueblo. Sin ellos, San José no sería San José. A la capital le faltaría el colorido, el folclore, el alma.

Una caminata por la ciudad es un compendio de historias. Hay artistas que pintan retratos, músicos de la calle, payasitos o el que toma fotos a los niños en un caballo de madera, frente al Teatro Nacional.

Usted puede quedar boquiabierto viendo la cantidad de sordos en la Plaza de la Cultura, frente a Mc Donald´ s, y con suerte un trío le puede echar una cantadita.

¿Ha contado a los lustrabotas del Parque Central o los que están por el Banco Central y el Correo?

Le da al “gordito”

Adelina es un fiel ejemplo de un personaje. Usted la ha visto al costado oeste del Banco de Costa Rica (antiguo Banco Negro). Tiene 66 años de vender lotería ahí. Pero no es cualquier chancera. Ha vendido 27 veces el mayor, con tres “gorditos” incluidos.

Con 87 años, ya su voz le pasa la factura. Se quiebra en cada canto, la artritis ha dejado huella en sus manos y el tiempo marca su rostro. Pero Adelina asegura que lo suyo es el comercio.

“Desde siempre me gustó, mi papá y mi mamá lo eran y me quedó el gustico”. Ahora, sin embargo, cansada por tantos años, espera la promesa de la Junta de Protección Social (JPS). “Dicen que nos van a pensionar y estamos esperando”, dijo esta vecina de San José centro.

También ella se ha dejado tentar por la suerte y con alguna frecuencia juega el 23 y el 08, sus números favoritos “porque me llaman la atención”. Su gusto por lo que hace, según comenta, es la culpable de sufrir hoy la artritis.

“Me asoleaba y luego me mojaba y eso perjudica mucho. Tengo 40 años ya con este problema”, expresó mientras atendía a uno de tantos clientes. “

“Ya le tengo sus numeritos”, dijo y se quedó con la mirada clavada en el lente del fotógrafo.

Quien haya pasado por San José y no haya visto al “viejito” de cara blanca bien arreglado que le pide ayuda o los juegos inventados por “Tango” y sus discursos antiestadounidenses, o al que murmura con su guitarra eléctrica de juguete y cuida una vaca del Cow Parade, entonces, no ha sentido el folclore josefino... esa alma de capital.

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    Benjamín con su indumentaria para trabajar. Herbert Arley.
Un caballo en el corazón

Benjamín Porras toma fotos a los niños en un caballo de madera, frente al Teatro Nacional.

Con “chonetes”, sombreros charros o de vaqueros, Porras cuenta que cuando emigró a la capital, desde Montezuma, Puntarenas, notó que no había caballos.

“Vi que había pocos y pensé que a muchos padres les gustaría tomar una foto a sus hijos en un caballo, aunque fuera de madera”, dijo.

La idea dio resultados. Hoy, Porras es visitado por padres que desean llevarse el recuerdo de sus pequeños montando a caballo, y se ha convertido en otro personaje tradicional de la capital.

“He fotografiado a muchachas. Una vez tomé a dos adultos ”, expresó Porras, de 49 años y vecino de Río Azul. En ocasiones, según comenta, algunos niños han botado el caballo. “Se da cuando el padre quiere la foto, y el niño no y se da un forcejeo.

Entonces, los niños (los más pesados), empujan el caballo con los pies y se lo traen al suelo”.

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    Tango en el parque. / Herbert Arley.
Un tango “antiyanki”

Quizá sea el personaje más famoso de toda la gama de San José. Ya no deleita con su dominio del balón, sobre todo con la bola de tenis, pero sigue siendo querido y observado.

Con una larga barba blanca, vimos a Francisco Delgado, echándose un discurso contra los yankis.

“Hacen leyes que nos perjudican y aquí no les hacen nada. Conste, soy antiyanki, pero no comunista”, aclaró.

Dijo que por primera vez no votará por la Unidad Social Cristiana. “Era calderonista, pero ahora no se puede apoyar a él. Creo que votaré por una señora de Liberación, se ve que es inteligente”, dijo.

Se dedica ahora a sus juegos inventados, como Maché y Picacaballo. “Vendo como cuatro por semana. Lo que hago es venir a San José y exhibirlos y al que le gusta le hago uno”, expresó.

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    Él es Victor Díaz. / Rafael Pacheco.
El señor de los boleros

“Chispita” es de los personajes más representativos de San José. Aparcado en las afueras de Tiendas Simón, Chispita canta boleros y rancheras y tiene 20 años de andar en San José.

En algun momento fue programador de Radio Sinaí.

Hoy trabaja con un amplificador. “Ahora usan karaoke y aparece la letra de la canción. Yo incluso trabajo con casetes y es difícil a veces buscar una canción”.

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    Siempre ríe. Rafael Pacheco.
“Miguelito”, el protegido

Tiene noventa años y es un caminante empedernido. Pide una ayuda, siempre anda bien arreglado y es el protegido de la policía, según dice.

“Ellos me quieren mucho. Una vez me regalaron esta plaquita (dice el nombre y algunos teléfonos donde puede llamar en caso de extravío)”.

No deja de sonreír cuando uno le comenta que “está con toda la pata”. “La gente me quiere, me ayudan, pero ahora dan menos. Vivo con una señora, Hilda, y un señor Noé”, dijo “Miguelito”, oriundo de San Rafael de Heredia.

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    Con sus perros “Chimultrufia” y “Cookie”. Rafael Pacheco.
“Thashera” ama los perros

Es de esos personajes “nómadas”, que un día está en las cercanías de las paradas de Tibás, otros en la Avenida Central, o por Correos de Costa Rica.

Se llama Víctor Díaz, pero es conocido en el mundo capitalino como “Thashera”.

Sus perros, recogidos de la calle, son sus más fieles amigos y quienes le dan de comer.

“Si pudiera pedir un deseo, sería que la humanidad ame como aman los perros”, dijo.

“Thashera” fue travesti, pero se retiró de esa vida y se dedicó a amaestrar perros callejeros y a vivir de la caridad de la gente. “Algunos me ven mal y me insultan, pero no les hago caso. Pero ahora me cuesta más andar en la calle. Tengo un injerto en una mano y eso me dificulta”, relata.

También cuenta que tiene Sida y eso complica su labor. Su vida siempre fue dura.

“Mi madre me abandonó estando muy pequeño. Me quedé con mi padre, pero solo le interesaba lo material. Me escapé a los nueve años”, contó “ Thashera”. Díaz es colombiano, pero criado en Limón. “Creo que el peor error de toda la Creación de Dios es la humanidad”.

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    Los deja nuevos. / Rafael Pacheco.
“Éramos 40 en el Parque”

Su nombre es Jorge Arturo Campos y representa a los múltiples lustrabotas que existen en San José.

“En un momento éramos 40 en el Parque Central”.

Logró sobrevivir a la competencia. Ya cuenta con 20 años consecutivos trabajando en el bulevar de la Avenida Central, frente a la entrada de Tienda Simón.

“Vienen sobre todos los gerentes de bancos y algunas secretarias. Hay clientes fijos”, contó Campos.

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