Domingo 21 de febrero de 2010, San José, Costa Rica
Nacionales | La Iglesia se une todos los años, durante los 40 días, al Misterio de Jesús en el desierto
Cuaresma: Tiempo de reflexión
Con la celebración del Miércoles de Ceniza en todas las parroquias, el mundo católico se prepara para recibir la Semana Santa
  • AlDia.cr

Álvaro Sáenz Zúñiga, presbítero
asaenz@liturgo.org

Con la ceniza empezó este tiempo litúrgico, tiempo de conversión, de perdón de los pecados. La ceniza en nuestra frente nos recordó lo pasajero de la vida y lo urgente de esperar sólo en Dios. Con la ceniza, costumbre de muchos pueblos antiguos, la Iglesia entró en oración, ayuno y limosna.

Empezó el miércoles, por un asunto de cuentas, pero la verdad es que se inaugura oficialmente hoy, cuando nos habla de las tentaciones de Jesús en el desierto. Jesús pasó muchos días allí, y el autor sagrado dice que fueron 40.

El 40 en numerología hebrea indica el término de la vida humana. El Santo Padre ha dicho que 40 es un número cósmico, con un “4” que habla de la totalidad del cosmos, multiplicado por 10, número de los mandamientos. 40 es, pues, “expresión simbólica de la historia de este mundo”. La Iglesia establece los 40 días contándolos desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo, pero restando los domingos en que por ser día del Señor, no hay ayuno ni penitencia.

Esos 40 días de Jesús, simbolizan la entera historia humana transcurrida en el desierto de la vida. Jesús logra trocar el constante fracaso humano en triunfo total: nos enseña a vivir. Frente a unas tentaciones determinantes de Satanás, que involucran el bien personal, el éxito y la fama, Jesús reacciona tajante y directo. Nosotros debemos aprender que la vida humana, si se vive con Jesús y puede llevarnos al encuentro definitivo con el Padre Dios.

En la Cuaresma, la Iglesia nos irá proponiendo lecturas, celebraciones de reconciliación, charlas y conferencias, actos de religiosidad popular. Todo ello para ayudarnos a caminar como Cristo, a triunfar del pecado y de la muerte.

Curiosidades

Al principio, 40 días de la penitencia eran para quienes recibirían el Bautismo en la Pascua. 40 días de ayuno para imitar a Cristo. Para el año 384 la Cuaresma se extendió a los cristianos.

Como la Cuaresma excluía el consumo de carne, en la Edad Medía, tres días antes de ceniza, eliminaban la carne reservada consumiéndola en una gran fiesta. En latín la acción se llamaba “carnelevare”. La expresión da luego origen al término: “carnaval”. La fiesta fue primero una gran comilona y muchos excesos de los cuales ellos se “arrepentirían” en la Cuaresma. Luego vinieron festejos y desfiles para exaltar los placeres de la carne.

Prácticas de la Cuaresma

En Cuaresma se recomiendan el ayuno y la abstinencia. El ayuno es hacer una sola comida fuerte al día. La abstinencia es no comer carne un día por semana. Pero es evidente que hoy entendemos esto de un modo más eficaz y significativo.

También se recomienda la oración que, en este tiempo nos acerca a Dios, y nos ayuda a cambiar. Debemos convertirnos, abandonar el pecado que nos aleja de Dios, hacer que sea el centro de nuestra vida.

Pero la oración no debe ser hipócrita: Jesús recomienda no llamar la atención al orar. Todo se juega en la actitud interior.

Debemos aprender a hacer cosas santas. Cuaresma es tiempo de pedir perdón a Dios y al prójimo, y tiempo de perdonar a los que nos han hecho algún daño.

La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para preparar la gran fiesta de la Pascua. Es un tiempo de conversión, de perdón de los pecados, de cambio de vida.

Es un período de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. La abstinencia es no comer carne un día a la semana, los viernes.

El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma se realiza el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente de los fieles católicos. La ceniza representa la destrucción de los errores del año anterior al ser éstos quemados. Mientras el sacerdote impone la ceniza dice una de estas dos expresiones: “Conviértete y cree en el Evangelio” o “Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver”.

Es el tiempo de perdón y de la reconciliación fraterna. Tiempo para arrojar el odio, el rencor, la envidia, también para la solidaridad con los semejantes.

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