Ana Coralia Fernández
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Que yo sepa, hombres y mujeres estamos en la Tierra para ser buena pareja.
Como todos los seres, un masculino, una femenina (como dicen los policías cuando reportan sucesos).
Podemos ser medias naranjas, “fifty-fifty”, taco a taco, yunta, uña y mugre, cóncavo y convexo, machos y hembras...
Desde que el mundo es mundo hombres y mujeres hemos tenido que compartir, construir, crear, procrear, hacernos amigos y tratar de escribir una historia juntos.
Claro que el borrador no ha salido muy bien y las más de las veces nuestro aporte, aparte de surtir de nuevos hijos a la especie, se queda relegado y oculto. Ha costado siglos ser visibles y dejar el camino listo para las que vengan.
Aún así, terco como es, el género lucha incansable por tener su justo lugar a lado o al frente, pero no detrás de nuestros compañeros los hombres.
Por eso, cuando leo y veo la imbajable dosis de violencia hacia las mujeres, o entre las familias o de ellas hacia ellos en nuestro país y en el resto del planeta me preguntó qué es lo que estará faltando, o pasando, o sobrando en la dinámica de ser pareja.
¿Por qué el garrote, el cuchillo y el veneno? ¿Por qué el silencio, el enojo y el mal gesto?
¡Podríamos pasarla tan bien entendiendo ninguno de los dos tiene futuro negando la dignidad o la humanidad del otro! ¿Quién puede negarlo?
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