Johannesburgo, Sudáfrica/AFP. La caída en picada del rendimiento de Kaká parece haber tocado fondo el martes, en la victoria ajustada de Brasil ante la débil Corea del Norte (2-1), en un debut de Mundial sin brillo del once de Dunga, que careció de magia ante la ausencia de su líder.

El centrocampista arrastra una temporada flojísima en el Real Madrid, en un año en el que encima tuvo que luchar contra las lesiones y dolencias físicas.

“Estoy preparado para ser uno de los líderes de la selección, aunque el equipo tenga ya muchos líderes, tanto técnicos como tácticos”, había advertido poco antes del Mundial.

Sin embargo, desde la preparación de la Copa Confederaciones-2009, Dunga se decidió por dejar fuera de sus planes a Ronaldinho y darle el mando total en la cancha a un líder tranquilo como Kaká, que le respondió con creces en ese torneo antesala del Mundial.

Kaká asumió el reto y lo cumplió con sobresaliente: fue Balón de Oro del torneo y solidificó una sociedad infernal con Luis Fabiano, Bota de Oro allí, y Robinho.

El crack brasileño, desde que llegó a la “Casa Blanca”, fue una pálida imagen de ese asistidor con llegada al gol. En total disputó 30 partidos en la 2009-2010, marcando apenas ocho goles y dando siete asistencias, entre Liga, Copa del Rey y Champions.