Domingo 15 de abril de 2012, Costa Rica

Ministro de Educación

Leonardo Garnier

Por Patricia Recio

arecio@aldia.co.cr

En la escuela era un “verde” como él mismo se define, pero no crea que era tan inocente como parece o como a él le gustaría que fueran hoy los alumnos de todo el país.

El actual ministro de Educación, Leonardo Garnier, confesó que si bien es cierto era súper aplicado también se jalaba sus tortas, sobre todo cuando jugaba guerras de “barro de olla” y algún contrincante perdía un diente en batalla, eso sí era un problemón.

En el colegio, contrario a lo que muchos pensarían no tenía ese “pegue” con las chicas que con los años y con su melena dicen que consiguió.

“Entré a primer grado de seis años y eso se convirtió en una desventaja en secundaria, pues mientras la mayoría ya andaban “en esas”, unos cuantos seguíamos muy carajillos”, recordó.

Aunque primero se inclinó por la economía, el gusanito de la educación lo hizo desviarse por la pasión de la enseñanza.

Pasión que trajo consigo el cargo que actualmente lo mantiene ocupado un gran porcentaje de su tiempo.

Como buen intelectual disfruta de la lectura la música jazz, clásica y trova, pero también se mueve al ritmo de Calle 13 y Paul McCartney.

Aunque no le queda mucho tiempo libre es amante de pasear, ir al cine o al teatro y estar con sus hermanos.

Sin dudarlo aseguró que los pilares de su vida son sus hijas Marie e Isabel y su esposa María Marta.

Su perrita boxer, Magguie, es la otra consentida en la casa de los Garnier.

Amante de la tecnología y las redes sociales, es otro de los ministros famosos por tener miles de “cyber amigos” en Twitter y en Facebook.

La agenda complicada lo ha hecho ganar peso en los últimos años, pero aseguró que ya se está poniendo las pilas y espera volver a su peso “ideal” a mitad de año. “Por varios años traté sin éxito lo que me convertía en un desprestigio para mi esposa que es médico y nutricionista”, aseguró.

Además de la dieta ahora se levanta todos los días a las 5 de la mañana para hacer bicicleta y pesas.

“En la escuela era muy pecoso y me apodaban “bananito”, en aquella época me molestaba mucho y me alegró que al llegar a la “U”, el apodo quedó atrás (como las pecas)”.

“Le temo a los perros bravos (o a los que parecen bravos), pero sobre todo a esa gente que pasa por buena y en el fondo es todo lo contrario, a esa doble moral que no logra ser detectada”.

“En distintas épocas de mi vida he usado el pelo largo y también barba, tengo como 10 años de andar con el pelo largo y tengo la mejor peluquera personal y ni me cobra: mi esposa”.