Trote infaltable

Marcados por su gran amor a los caballos, estos cuatro jinetes son los más fieles al Tope Nacional

El Tope Nacional es una de las actividades más esperadas de los festejos de fin de año.

El tradicional desfile tiene tantas historias y personajes que sería imposible hablar de todos, pero en esa maraña de patadas, crines, monturas, sombreros, gritos y boñiga, cuatro caballistas consagrados se distinguen por su amor y apego a los caballos.

Ellos son José María Bonilla, Manuel "Memey" Arias, Humberto Ruiz y Laura Collado.

Lea con atención, porque usted podrá verlos hoy, a partir del mediodía, sonriendo y cabalgando con gallardía; con aires de juventud, como lo han hecho durante décadas.

Son cuatro historias que nacieron en las cuadras, con las sogas, poniendo herraduras y cuidando nobles animales.

La Doña del tope

"Si falta Laura no hay tope", reza una frase que repiten casi todos los caballistas del país.

Laura Collado es, sin duda, la consentida de este tradicional desfile. No es ninguna casualidad que la Comisión de Festejos Nacionales le haya dedicado el tope de este año.

"Es un honor para mí y un reconocimiento a la tradición de un pueblo", dice ella.

Collado representa una nueva generación de una familia criadora de caballos, que inició su abuelo hace un siglo.

Desde hace 35 años, ella participa en el Tope Nacional, "siempre montando caballos negros", nos cuenta.

El viernes aún no decidía cuál caballo montaría hoy, si Gladiador o Emperador, dos hermosos ejemplares de raza española pura.

Pero si sabía que los adornará con cintas verdes y anaranjadas, para que hagan juego con el traje español que ella estrenará hoy: sombrero sevillano, chaqueta corta color café y botas de cuero crudo.

Casada con Luis Alejandro Aubert y madre de dos hijos, Collado está en su finca de Cartago todos los días y vive "feliz de seguir la tradición familiar", según dice.

"Los caballos son atletas"

La primera vez que Manuel Arias Chinchilla se montó en un caballo, era apenas un niño.

Aquella experiencia marcó su vida; la que dedicó a la ganadería y cría de caballos criollos.

Durante los últimos 55 años , don "Memey", como le conocen todos, ha sido infaltable en el Tope Nacional. Incluso se lo dedicaron en el año 2000.

"Los caballos son atletas y hay que prepararlos muy bien para que resistan el desfile", dice don Memey, de 73 años y vecino de Desamparados.

Hace poco una enfermedad mató cuatro de sus mejores animales y hoy montará uno que le prestó un amigo.

Presente desde 1946

La especialidad de don Humberto Ruiz Hidalgo es en caballos andaluces y de paso costarricense.

Don Beto, como se le conoce, empezó a montar cuando tenía tres años y participó en el Tope Nacional por primera vez en 1946.

"Lo mejor del tope es la ilusión de todos los jinetes, no importa si montan un caballo fino o uno humildito", dice don Beto, de 79 años.

En 1960 fundó en Escazú, detrás de su casa, la escuela de equitación de don Paco Ruiz, en honor a su abuelo.

"Desde entonces he tenido que quitar algunos caballos, porque Escazú creció mucho y ya no es lo mismo", cuenta sentado en su oficina, mientras mira fotos antiguas.

"Es el día del caballista"

José María Bonilla arranca su jornada de trabajo a las 5:30 de la mañana todos los días, en su finca, La Hacieda San Bosco, en Sabana Grande del Guarco, en Cartago.

Él representa la quinta generación de una familia criadora de caballos de paso costarricense.

En 1962 participó por primera vez en el tope Nacional, y el año pasado fue el dedicado de la actividad.

"Hoy es el día del caballista nacional y hay que disfrutarlo con las mejores galas", dice José María, de 50 años, que también participa en las corridas de Zapote.