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 Nacionales Viernes 15 de julio, 2005, San José, Costa Rica.
 

familias marcadas para siempre

Imborrable recuerdo

Sobrevivientes y héroes de una fatal madrugada

Enfrentó a la muerte para salvar la vida de su padre

Carmen Navarro Leiva

El amor que une a Mayela Cantillo con su padre, Idelfonso, de 78 años, vecinos de Peralta de Turrialba, es mayor después de que, la madrugada del pasado martes, ambos corrieron sin parar por el quinto piso del Hospital Calderón Guardia, en busca de una salida, debido a que la muerte los perseguía en cada rincón, mientras el humo y fuego destrozaban todo lo que encontraban a su paso.

Muchas bendiciones

Es lo que dan pacientes y familiares a quienes les tendieron una mano, los llevaron en brazos e, incluso, arrastraron para salvarles la vida.

Tras arrancar sueros y agujas a su padre, lo subió en una camilla, luego lo pasó a una silla de ruedas que estaba mala, por eso el viejito cayó dos veces al suelo.

Sin embargo, a pesar del miedo e incomodidad, Mayela arrastró a su padre, quien tenía un injerto en la pierna, debido a que una serpiente conocida como Matabuey, lo había mordido.

Ayer, a las 12:45 p.m., doña Mayela debió pasar por la acera, donde pudo observar cómo había quedado el piso, donde ella y su padre casi mueren. Un escalofrío cargado de tristes recuerdos y temores invadieron el cuerpo de la amorosa hija, quien en segundos rompió en llanto.

"Sentí que nos íbamos a morir, pensaba en mis tres hijos, pero me acordé de todos los milagros que me ha hecho el Divino Niño, por eso no dejé de invocarlo. Hoy más que nunca estoy convencida de que hay un Dios vivo, que nos quiere y salvó porque somos sus hijos y nos ama", reiteró.

Doña Mayela afirma que gracias al agua que caía lograron mojarse la ropa y la cara, por eso no se quemaron y lograron respirar mejor. Tras la emergencia, don Idelfonso fue trasladado al Hospital San Juan de Dios, donde también lo cuidan sus hijas.

Foto: 1018370
Doña Mayela Cantillo y su hermana Virginia
Erick Córdoba.

"Imposible salvar a todos"

Carmen NAVARRO LEIVA

Un escalofrío y mucho temor fue lo que sintió el Dr. Danilo Medina, del Servicio de Gineco-Obstetricia y Neonatología, cuando a las 2:35 a.m., se apagaron todas las luces y las de emergencia no se activaron, mientras corría hacia el cuarto y quinto pisos del Hospital Calderón Guardia, la madrugada del pasado martes.

"Fue muy violento, escuché a la gente gritar, pensaba en mis pacientes en los recién nacidos, sentí miedo, pero me llené de esperanza y corrí hasta más no poder, hasta que logré llegar al lugar donde estaban las pacientes, había gran desesperación".

El Dr. Medina no recuerda el número de veces que subió y bajó el edificio para sacar a los enfermos, quienes llenos de temor pedían ayuda.

A pesar de las carreras, afirma que mantiene viva la imagen de un auxiliar de enfermería que llevaba en cada brazo a dos pequeños y corría con facilidad.

"Me duele mucho decirlo, pero era imposible salvarlos a todos. Las familias pueden estar seguras de que hicimos nuestro máximo esfuerzo, pero la tragedia era inevitable, el fuego y el humo no dejaban casi ni respirar y sin poder ver", insistió.

Medina afirma que esta es una de las épocas del año en la que se registran más nacimientos en el hospital, de ahí las carreras para salvar a las madres y sus hijos, debido al número de pacientes.

Foto: 1018556
Dr. Danilo Medina: "La gente corría y gritaba".
E. Córdoba

La gran fuerza roja solidaria

Erick Carvajal M.

San José. - Rafael Blanco Artavia, taxista de 31 años, es solo uno de los cientos de taxistas que ayudaron a trasladar a pacientes a los diferentes centros hospitalarios. Taxistas de todas las cooperativas del Área Metropolitana llegaron a auxiliar a las personas, sin importarles dejar de lado por unas horas sus trabajos, pues "lo más importante era ayudar".

Blanco recordó que le tocó trasladar a dos ancianas, que tenían mucho frío y temor. "Las imágenes de dolor y angustia nunca se van a olvidar", afirmó, aunque satisfecho por su labor.

Foto: 1018515
Sr. Rafael Blanco
A. Campos

Una historia cargada de fe

Carmen navarro leiva

Un hernia en la columna, la imposibilidad de mover la pierna izquierda y aún dormida por la morfina y otros tratamientos que le habían aplicado, Dinia Soto vecina de la Trinidad de Moravia, es otra sobreviviente de la tragedia en el Calderón Guardia.

Hoy sus brazos, aún morados, son señal del esfuerzo que hizo para salvar su vida. De la cama se bajo como pudo y arrastrándose por el suelo bajó del quinto al segundo, donde alguien la levantó del suelo y colocó en una camilla.

"Eché agua en un paño para mojarme la cara y hoy doy testimonio de que una paloma blanca me guió, yo sé que fue el Espíritu Santo y que Dios hizo el milagro", dijo doña Dinia, quien se recupera tras una operación en el Hospital San Juan de Dios.

Foto: 1018345
Sra. Dinia Soto
ML. VEGA

Bolsas de suero al hombro

Carmen navarro leiva

"Caminé como un yegua, de aquí para acá, despacito y seguro, sin soltarme de un tubo porque había tanto humo que no podía ver ni la nariz".

Esto fue lo que hizo Olman Sibaja, después de echarse al hombro las bolsas de suero, sangre, una sonda y otro aparato de donde salía una manguera hacia su estómago, el martes en la madrugada, después de escuchar los gritos de auxilio y dos explosiones en Calderón Guardia.

Ayer, dijo en el Hospital San Juan de Dios : "Estaba medio tonto, pero Dios me ayudó y puso muchos ángeles en mi camino para que me salvaran".

Foto: 1018356
Olmán Sibaja
Ml. vega

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