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 Nacionales Jueves 06 de abril, 2006, San José, Costa Rica.
 

Pidola palabra

Viaje al centro de uno mismo

Ovidio Muñoz, periodista

Si en la Semana Santa va a dejar atrás la ciudad, la bulla mundanal, la tele, los periódicos... entonces hágala trompuda: deje también el celular, el bíper, el reloj, los problemas, a Óscar Arias, a Abel, al TLC, la cuenta del polaco...

Cuando esté donde esté, dedíquese tiempo, quiérase (no en ese sentido, malpensado, pero, si le apetece, hágalo).

Hablo de que se aleje del montón, busque el silencio, el bendito silencio que nos puede llevar, si lo dejamos, a nuestras profundidades, hasta donde pocas veces descendemos, empeñados, como estamos, en navegar sobre la superficie.

Y cuando se encuentre solo, y en silencio, vea hacia adentro. Lo que va a encontrar podría sorprenderle, pero de eso se trata.

Aquí, en la parte occidental del mundo, nos han metido en la cabeza el miedo al silencio. Por eso lo llenamos con ruido, propio y ajeno, para -probablemente- no escuchar la voz de uno mismo, a la que algunos llaman conciencia y otros, incluso, la voz de Dios.

El temor es, en parte, comprensible. La falta de costumbre en esos viajes a nuestra parte más íntima podría ponernos en contacto con fantasmas, demonios sin exorcizar, temores, dudas... pero, otra vez, de eso se trata, eso, precisamente, es lo que hace valiosa la aventura.

Si está dispuesto a comenzarla, comience, entonces, esta Semana Santa. Valdrá la pena. Se lo juro.

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