Pido la palabra

Purgatorio callejero

Hemos tenido presidentes de todo tipo. Altos y chiquitos, gordos y delgados, guapos y feos, con bigote y sin él, locos y cuerdos, ingeniosos y amargados, comelones y "delicuitas", tercos y condescendientes (para con algunos, claro está).

No faltaron los arrogantes y los humildes, los de buena oratoria y los que "ni para el gasto", los de amplia cultura y los que apenas balbuceaban algo coherente.

En el "supermercado de los mandatarios" hemos escogido uno de cada de los estantes.

Entonces, ¿por qué, Dios mío, nunca salió uno que pudiera arreglar el eterno problema del tránsito en La Uruca?

¿A qué se debe que ninguno de nuestros gobernantes arremetió con ahínco y solucionó de verdad (sin parches) este insufrible problema de los ciudadanos?

Cada día, entre 45 mil y 60 mil vehículos atraviesan este "purgatorio callejero", que nos roba en presas 40 minutos diarios de vida.

Cruzar por allí en horas pico es tan insufrible como el discurso del 8 de mayo y ahora, también, el de los primeros 100 días.

(No entiendo por qué es una cifra mítica si en una centena de calendario, el Gobierno apenas está terminando de cambiar los cuadros que estaban en las oficinas... )

Si don Oscar lo consigue ganará otro Premio Nobel, incluso más valioso: la gratitud del pueblo.