Todos los recordaron como un muchacho decente

Biolley despidió ayer a José Daniel

Unas 400 personas participaron en las honras fúnebres de joven asesinado en EE. UU.

Buenos Aires, Puntarenas. - Unas 400 personas esperaron antenoche en Biolley el arribo del cuerpo de José Daniel Loría Sibaja, el joven de 21 años asesinado el 10 de enero en Mississipi.

La muchedumbre, integrada por parientes, vecinos y amigos, no durmió: acompañó a los dolientes en la vela.

Uno de los momentos más fuertes ocurrió a la medianoche cuando Pedro Loría, padre de José Daniel, llevó el féretro a su casa para que "él estuviera ahí por última vez".

El joven había salido de Biolley el 8 de junio del 2004 tras el sueño americano. "Quería ahorrar unos cinquitos para comprarse una finquita y hacer su casa", recordó ayer el padre.

Mucha solidaridad

La vela estuvo caracterizada por escenas de dolor. La consternación fue mitigada por decenas de tazas de café y comidas típicas que la familia había preparado para quienes los acompañaran en el dolor.

En Biolley, pueblo ubicado a 40 kilómetros al oeste de Buenos Aires, nadie trabajó ayer porque esa, misma multitud, más otros amigos y familiares que llegaron en la madrugada, siguió "derecho" para asistir a las honras fúnebres, las cuales se iniciaron a partir de las 9 a.m.

"Lo conocí desde pequeño y siempre fue un muchacho correcto. Recuerdo que cuando iba al colegio también trabajaba", dijo Domingo Carvajal Carvajal, el pulpero que ayer cerró el negocio para acompañar a la familia.

Una vez terminado el servicio, una larga caravana de vehículos recorrió los siete kilómetros que separaban a los dolientes del cementerio local.

Marta Eugenia Sibaja Cruz, la madre de José Daniel, no quiso ver a su hijo.

Prefería "recordarlo como el día en que salió de nuestra casa", relató la señora que, al momento del entierro, decidió quedarse como a unos 500 metros.

En el cementerio, Roberto -el papá- no soportó más el dolor y abandonó el camposanto.

Sin embargo, sufrió un desvanecimiento y cayó sobre la ronda del camino, el mismo que un día tomó el sétimo de sus nueves hijos para salir en busca de un mejor porvenir.