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 Última Hora Miércoles 26 de julio, 2006, San José, Costa Rica.
 

El Gobierno de EE.UU. 'apuesta' por acabar con los casinos on-line

(EFE).- El Gobierno de EEUU ha iniciado una cruzada contra los casinos on-line, un jugoso negocio que mueve unos 12.000 millones de dólares anuales, que opera en la ilegalidad, y cuyos mayores clientes, más de la mitad, son estadounidenses.

En la actualidad existen unos 2.400 portales de juego por internet en los que se puede apostar en deporte profesional, jugar al póquer o a la ruleta, donde los estadounidenses gastan cada año más de 6.000 millones de dólares, según fuentes del sector.

En su lucha por evitar que los ingresos de las familias norteamericanas salgan del país en forma de apuestas supuestamente ilegales, el Gobierno de los EEUU ha iniciado una verdadera caza de brujas, que ya se ha cobrado algunas víctimas.

La guerra contra el juego on-line se intensificó la semana pasada con la detención de David Carruthers, responsable del sitio de apuestas por internet BetOnSports, uno de los más populares.

El empresario inglés fue arrestado en el aeropuerto de Dallas-Forth Worth apenas pisó suelo americano para hacer escala camino de Costa Rica, donde varios cientos de empresas de apuestas por internet tienen su sede.

La mayoría de estos sitios web está localizada en paraísos fiscales de Centroamérica y el Caribe, de manera que el Departamento del Tesoro no recibe ni un solo dólar en forma impuestos.

Esto ha hecho que los expertos apuesten a que, tras la intervención federal, se encuentre un intento de controlar el acceso a este tipo de negocios, dado que, según aseguró a "The New York Times" el analista Sebastian Sinclair, "las apuestas por internet son imparables".

En una carta abierta publicada por el diario "Baltimore Sun" dos días antes de su detención, Carruthers afirmaba: "queremos ser legales y que nos cobren impuestos. Sin embargo, en vez de dialogar con nosotros constructivamente, los legisladores prefieren creer que pueden controlar Internet".

Según apuntó Nigel Payne, jefe de apuestas deportivas del portal Sportingbets, a la revista Forbes, si los casinos on-line estuvieran regulados, "el Gobierno americano podría haber ingresado unos 900 millones de dólares en impuestos sólo el año pasado".

Sin embargo, hasta el momento el Departamento de Justicia de los EEUU está persiguiendo estos negocios como organizaciones ilegales en base a una ley de 1961 que prohíbe el uso del teléfono o cualquier otro tipo de sistemas de comunicación interestatal o internacional para realizar apuestas.

Según Catherina Hanaway, fiscal del distrito este de Missouri y encargada de llevar la acusación contra Carruthers, "el hecho de que estas empresas sean legales en sus países de origen, no les autoriza a realizar negocios en los EEUU".

Paralelamente, el congresista republicano de Iowa Jim Leach está promoviendo una nueva legislación que prohíba explícitamente las apuestas de todo tipo a través de Internet, que ya se encuentra camino del Senado, tras su aprobación por mayoría en el Congreso.

De ser finalmente procesado y juzgado por esta nueva ley, Carruthers se enfrentaría a una pena de hasta 20 años de cárcel por un delito de fomento de apuestas ilegales.

El directivo británico forma parte de la nueva ola de padrinos del juego del siglo XXI que ha desafiado al Gobierno estadounidense: universitarios, cultos y amantes del lujo, muy alejados de la imagen mafiosa que, apoyada por el cine, ha rodeado tradicionalmente al mundo de los casinos.

Uno de sus máximos exponentes es el multimillonario canadiense Calvin Ayre, el único de esta rara estirpe que aparece en la lista de los hombres más ricos del mundo elaborada por Forbes.

Desde su mansión costarricense -de más de 3,5 millones de dólares- gestiona los ingentes beneficios de su empresa de apuestas por Internet, Bodog, que le ha permitido amasar una fortuna personal de más de 1.000 millones de dólares.

Amante de las motos y las mujeres bellas, el excéntrico millonario canadiense acostumbra a pasearse por las calles de San Jose en un enorme coche Hummer de color negro conducido por un ex soldado de élite canadiense con experiencia militar en Somalia, Bosnia, Afganistán e Irak.

Ayre, de 45 años, sabe muy bien que es uno de los hombres más buscados por el Departamento de Justicia de EEUU, de donde provienen el 95 por ciento de los 210 millones de dólares en beneficios que ingresó el año pasado.

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