Desde mi espejo
Del respeto y la cortesía Haydée de lev
actriz
Realmente, yo nunca imaginé que, a estas alturas de mi vida, me dirían lo que en otras partes de nuestro continente se dicen personas que tienen relaciones de mucha confianza entre sí.
Pero, desde hace unos años, cualquiera, alguien, a quien no conozco ni me conoce, me trata de “mi reina”, “corazón”, “cariñito”, “muñequita”, “amorcito”, “mi vida”, etcétera, por teléfono o en persona.
Entro a un establecimiento comercial y una vendedora o un vendedor me pregunta: “¿Amor, te puedo ayudar?”. Hasta ahora, gracias a Dios, no me ha hecho falta una silla de ruedas para desplazarme, ni muletas, ni siquiera un bastón, y el “¿Te puedo ayudar?” (que es la traducción literal de “May I help you?”) me molesta.
Y es que, años atrás, no me ofrecían ayuda, sino que me preguntaban con gran amabilidad: “¿En qué puedo servirle?” o “¿Qué se le ofrece?”.
Y luego está lo del tuteo (o voseo), una total falta de respeto, al menos, para mí, que soy una señora. Por eso, traigo a colación el el tema y vuelvo a preguntar: ¿Es que nadie se preocupa por hacer que los niños y los jóvenes traten con la debida deferencia a las personas mayores?
¿Es tan difícil enseñarles las más elementales reglas del respeto y la cortesía en el hogar, en las escuelas y en los colegios?
Por lo visto, yo soy una de las pocas personas que todavía se fijan en esos detalles.
¿Y usted?
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