Pido la palabra

Esta vez no es un “bocón”

Le han llamado “bocón”. Y él se lo ha ganado alguna vez, con buen mérito, casi como si lo fuera.

No siempre ha merecido el calificativo, pero ya lo advierte el refrán de “haz fama y échate a... dirigir”.

A veces bocón, a veces berrinchoso (¡de eso pueden dar fe sus revoleadas gorras!), también conoce su profesión, tiene éxito y dice verdades que otros prefieren ni pensar en voz alta.

Por haber llamado “pollito” a Juan Carlos Arguedas, una legítima “boconada” que debió tragarse luego, no vamos a ignorar la importancia de sus planteamientos en torno a la Selección.

No solo deberíamos escuchar, sino darle la razón en varios argumentos, justo ahora –más tarde será tarde– en el inicio de un nuevo camino hacia el Mundial, aunque algunos digan que jugó de vivo al poner de condición un “yo mando”.

Cómo, cuándo y contra quién se foguea la Selección debe decidirlo el técnico –como él solicitó–, y no el cheque que recibe la Fedefútbol por ir donde sea, cuando sea y contra quien sea. Sampson podría explicarlo mucho mejor.

Exigir a la gente de confianza en el banquillo tampoco es arrogancia, sino sentido común, como usted, yo o cualquiera pediría.

Tener al menos voz, ni siquiera voto, en la elaboración del torneo nacional también es justo y necesario. Después de todo, la Selección depende del nivel de nuestro fútbol, aunque llamen bocón a quien lo pida.