Recorrió 900 kilómetros por hijo secuestrado
Profesor culmina proeza
Pide al Gobierno negociar liberación de rehenes de las FARC
Subia, Colombia / AP.- Un profesor de Estudios Sociales, cuyo hijo Pablo es un soldado que lleva casi 10 años secuestrado, está a punto de culminar la proeza de caminar media Colombia despertando la simpatía de multitudes por su demanda por el intercambio humanitario de rehenes.
Con cadenas colgando simbólicamente de su cuello, el cansado Gustavo Moncayo, de 55 años, ha soportado las persistentes llagas en sus pies y las quemaduras de sol y se ha convertido en una información constante en los medios colombianos.
10 años sin noticias
Pablo Emilio Moncayo tenía 19 años cuando fue secuestrado junto a 17 soldados en 1997, por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC).
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Moncayo ha sido vitoreado por multitudes que afloraron en cada poblado en los casi 900 kilómetros de su travesía, que espera concluir hoy en la céntrica plaza Bolívar de Bogotá.
En su ruta, ha recolectado casi dos millones de firmas de apoyo a que se entablen negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla para lograr la liberación de los rehenes, muchos desde hace años.
El Profe, como lo llaman sus simpatizantes, se apostará en la plaza Bolívar, circundada por la Alcaldía, la Catedral y el Poder Judicial, hasta conseguir el compromiso del Gobierno de negociar la liberación de unos 45 secuestrados, como su hijo, cuya libertad la guerrilla condiciona a la negociación con el Gobierno de un canje por guerrilleros presos.
El 17 de junio en su natal Sandoná, Moncayo hipotecó su casa para los gastos del viaje.
“Esto ha sido un sacrificio, pero ha sido un sacrificio para todas las víctimas de secuestro”, dijo Moncayo, mientras caminaba por el pueblo de Subia, en la periferia oeste de Bogotá.
“Decidí caminar para tocar los corazones de los colombianos, sin embargo nunca me imaginé que sería así”, agregó mientras observaba a miles que se congregaban a su paso para expresarle sus simpatías.
Colombia tiene una de las tasas de secuestros más altas del mundo. La fundación País Libre, estima la cifra en 3.000 personas.
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