Pido la palabra

Desandando el camino

Con el tiempo, las cosas van cambiando. Por ejemplo, antes la gente de Cartago no hacía la romería. Se suponía que era el resto de los costarricenses los que llegaban a Cartago a visitar a la Virgen de los Ángeles.

Los cartagineses sentían que “La Negrita” siempre estaba ahí, y los devotos podían ir en cualquier momento a visitar su templo. Para las familias cartaginesas, la tarea de los primeros de agosto no era caminar; era recibir.

Se suponía que ese día, cansados, sudorosos, somnolientos, llegarían los romeros. Entre los desconocidos, algunos llegaban a pedir un vaso de agua. Y ese vaso no se le negaba a nadie (¿quién iba a imaginarse que el agua se llegaría a vender embotellada?). Con bastante aprehensión, a algunos se les permitía entrar a hacer sus necesidades.

Pero lo que sí resultaba grato, era recibir la visita de familiares y amigos, que se habían ido de Cartago y ahora regresaban, aunque fuera por un día, a visitar la iglesia y después a sus seres queridos. Para eso, las casas se preparaban.

Se alistaba almuerzo abundante y variados bocadillos (rosquillas, panes dulces, tamal asado, bizcochos) para el café de la tarde. Era un encuentro, no solo con la fe, sino con gente a la que se quería y con la que se volvía a compartir.

Hoy, muchos cartagineses, principalmente los más jóvenes, se van por lo menos a “La Galera” y desandan el camino. Ahora son los propios hijos los que llegan cansados y somnolientos.