Pido la palabra

El dedo pulgar

Me impresiona la habilidad con que los jóvenes de hoy emplean el pulgar.

En cualquier reunión o actividad, se ven dele que dele a ese primer dedo, que, la verdad, antes del celular era el hermanito rechoncho que Cristina movía con picaresca para despedirse de su programa de televisión.

Pero la tecnología telefónica le cambió “el rol” (como dicen los que escriben rimbombante) y ahora es el rey absoluto de la mano.

Hace años, la gente explicaba que el pulgar servía para votar; el índice, para señalar y meterlo en el frasco de tinta durante las elecciones; el del corazón, para expresar una seña vulgar si otro auto se brincaba el semáforo en rojo; el anular, para ponerse el anillo de matrimonio; y el meñique, para levantarlo al tomar el té o el vino.

Un ramillete de funciones que actualmente se marchita ante el innegable liderazgo que ha conseguido el pulgar, un ejemplo de reconversión.

Cuando a alguno de nuestros dirigentes se le ocurrió que votar con tinta y pulgar era primitivo y propio de pueblos analfabetas, inventaron que se debía marcar con equis en la papeleta.

El pulgar quedó obsoleto, pero, aun sin tratado comercial con Estados Unidos, se inventó un nuevo negocio: escribir para el celular.

El pulgar fundó su imperio. ¡Cómo envidio la pericia en su manejo!