Milagro en Paraíso de Santa Cruz, Guanacaste

Montador sobrevive a cornada en la garganta

Suceso ocurre 10 días después de que “El Malacrianza” matara a montador en Nicoya

Santa Cruz.- Mauricio Briceño Guevara, de 24 años, volvió a nacer el 28 de diciembre, a las 8:10 p.m., al sobrevivir a una grave cornada en el cuello que le dio “El Encanto”, uno de los mejores toros de la hacienda La Pinta.

El hecho que podría ser calificado de verdadero milagro sucedió durante las fiestas de Paraíso de Santa Cruz, pueblito a 35 kilómetros del centro del cantón, efectuadas del 28 de diciembre al 1 de enero.

“Los doctores me dijeron que por milímetros el cuerno del animal no me reventó la aorta”, expresó ayer el sobreviviente, en su casa, en la hacienda Santa María, carretera vieja a San Juan.

Hoy, una herida de ocho puntadas en el lado izquierdo de la garganta, que espera cicatrizar muy pronto, es prueba de lo cerca que estuvo Briceño de la muerte.

“Cuando salí de la casa sabía a lo que iba. Estaba tan emocionado que se me olvidó que mi hija cumplía 10 meses ese día”, dijo.

Al llegar a Paraíso, junto con otros compañeros de monta, participó en la rifa de los 12 toros que iban a jugarse esa noche.

“A mí me tocó el número nueve. Estaba muy contento porque era ‘El Encanto’, uno de los mejores toros de la hacienda, pero sabía de antemano que ya había golpeado a otros cuatro compañeros en otras fiestas”, dijo.

Desde la rifa y su turno para montar, transcurrieron dos horas. “Durante ese lapso me olvidé del animal y me puse a conversar con mis amigos”.

“Sabía que iba a montarme en algo especial. Tenía que ponerme güevón, y que si me botaba me caería de algo bueno”, comentó el joven con una sonrisa maliciosa.

Mauricio recuerda que al llegar a la manga lo hizo tranquila y confiadamente.

El accidente, al parecer, obedeció a que Mauricio no escapó a la tradicional acción matrera del toro, de tirarse a un lado de la manga con la clara intención de que el montador pegue la pierna y pierda el equilibrio.

Una vez afuera, según los conocedores, el montador es “pan comido”. “Al salir, me golpeé la pierna izquierda y perdí el equilibrio. Al toro solo le pude aguantar dos brincos y luego vi estrellas”.

Inicialmente, creyó, por la contundencia del golpe, que tenía una herida en la boca. “Comencé a buscarme los dientes, y en eso sentí algo caliente que me empapaba el pecho. Entonces, me di cuenta de que estaba bañado en sangre”, precisó el montador, cuyo relato seguían atentos sus hermanos José Manuel y Josué de 12 y 11 años respectivamente.

Uno de los cuernos le había destrozado la garganta, como hizo “El Malacrianza” con Jaison Gómez, quien murió el lunes 18 de diciembre en Nicoya.

Contra la muerte

Cuando el toro se le venía encima a Mauricio para rematarlo, los “vaqueteros” se lo arrebataron y otros compañeros se lo entregaron a la Cruz Roja.

A partir de ese momento, comenzó una lucha contra el tiempo para frenar la hemorragia.

Briceño, quien se inició en estas lides a los 18 años, inspirado en las hazañas de su padre Manuel Briceño, conocido como “Palestina”, pensaba en su madre, Rosa Iris Guevara, quien tres años y cinco meses atrás había perdido a su hijo Feliciano, hermano de Mauricio.

En el hospital La Anexión, los médicos lograron sacarlo de la crisis y darle así una segunda oportunidad.

“Luego de un golpe como estos, a uno no le queda otra cosa que echar marcha atrás”, dijo ayer con nostalgia mientras su hermano José Manuel, de solo 12 años, pide “un ternero para comenzar a montar”, dice resignada la madre, doña Rosa Iris.

A pocos kilómetros de distancia, en el centro de Santa Cruz, cuadrillas de trabajadores, bajo un inclemente sol, comienzan a levantar el redondel de las Fiestas Típicas Nacionales, escenario en el que todo montador anhela probar su valor.

En estas tradicionales fiestas de Santa Cruz, que se efectuarán desde el próximo 14 de enero, se jugarán, al menos, 25 toros diarios con montadores de la zona y el resto del país.

Así lo veo Glen S. Wells, Asoc. de montadores. Urge aprobar el nuevo reglamento que mantiene la tradición, pero también protege la vida de los montadores”. Rosa Iris Guevara, Madre. Ya perdí un hijo y estuve a punto de perder al segundo. El menor de 11 años ya pide terneros para montar”. Milagro Guevara, Cruzrojista. Había que contenerle la hemorragia y asistirlo para que no tuviera problemas de respiración”.