Pido la palabra

Ni heces ni sangre

El ministro de Educación, Leonardo Garnier, eliminó sorpresivamente los exámenes de sexto grado porque son muy caros, no miden eficazmente los conocimientos de los niños y (¡horror de horrores!) frustran a quienes los pierden, lo cual puede provocar baja matrícula en secundaria.

Si me duele la mano, mejor que me corten el brazo. Y ¡zas! A las incómodas pruebas les compraron ataúd, calas, velas e incienso, y... a ver crecer las zanahorias de abajo hacia arriba.

Todos muy contentos y relajados. Los pequeños, porque ya no sufrirán el estrés de estudiar y tendrán más videojuegos; los papás, pues no deben preocuparse por ponerlos a repasar; y los maestros y burócratas, ya que deben mirarse menos en el espejo de la excelencia profesional. Menos chingos que les suban.

¡Qué lástima que no haya una línea telefónica con el cielo para preguntarles su opinión a insignes costarricenses, con verdadera vocación, como Omar Dengo, Emma Gamboa, Porfirio Brenes, Uladislao Gámez y otros.

Eliminen también:

Los exámenes de heces, orina y sangre.

Los de colesterol y triglicéridos.

Los de la vista y oídos.

Los del sida.

Los de la licencia.

Los del catecismo.

Los del corte de pelo.

¡Quiten todos los exámenes! Así, en solo ocho meses de Gobierno, mejorarán milagrosamente los índices de salud, educación y pobreza.