Pido la palabra

Le doy mis parabienes

En muchas ocasiones la he visto dolida, pues algún compañero de trabajo quizá no ha correspondido con el mismo esfuerzo que ella pone en ayudarle, en hacerle vencer tantas penas.

Seguramente, a veces ha querido refrenar ese don investigativo que le mueve el alma y la lleva a hallazgos inimaginables, certeros, que luego plasma en el papel. Ese dichoso papel que tantas veces trae amenazas, sinsabores, reclamos.

Pero no ha decaído. Se la ve constantemente inspirando a los muchachos y muchachas que hacen sus primeras armas, orientándolos en ese quehacer que, si se encamina bien, con valentía, decoro y honestidad, es de verdadero servicio al semejante, a la comunidad, al país.

Y tantas veces, la mayoría, más bien, se le ve cómo disfruta lo que hace, consigue y plasma.

Escandalosa y hablantina, se muestra feliz y retadora. Entonces es cuando se ve mejor reflejada su alma noble, bondadosa, de excelente amiga.

La tarea que le encomendaron, la viene cumpliendo con creces. Su incansable labor le ha impregnado a ese medio personalidad, calidad y destino. Lo ha hecho combativo e íntegro.

Hoy en día, se lee al Semanario Universidad con el mismo interés –y tal vez más– de sus mejores tiempos.

Quizá un poco por todo esto le han otorgado el Premio Nacional de Periodismo.

Mis parabienes, Laura Martínez.