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 Nacionales Domingo 08 de julio, 2007, San José, Costa Rica.
   

Un día mágico bajo el sol

Paseo de los Turistas: con sabor a ticos

Dese la vuelta al Puerto: “churchills”, vigorones, pesca, mejengas y tranquilidad

Franklin Arroyo González

El Paseo de los Turistas en Puntarenas aún conserva ese sabor tico, pues el “mae” y el “pura vida” prevalecen sobre el “okey”. Y aún sirven el famoso vigorón en hoja de almendro.

Se puede llegar en tren, al menos hasta Caldera y caminar en la playa con tranquilidad, sin “molotes”.

Fiesta a la vista

El próximo fin de semana Puntarenas celebrará las Fiestas de la Virgen del Mar, con el popular desfile de los barcos incluido.

Un rico “churchill”, a la orilla de la playa, observar una mejenga entre muchachos, o lindas chicas que pasan en bicicleta o niños irreconocibles hasta para sus padres, con sus caras y cuerpos llenos de arena, son aspectos comunes en Puntarenas.

El Puerto tiene magia. La de complacer a un sector del pueblo que no puede pagar grandes lujos de otras playas, con la magia de la cercanía y ese romanticismo del viaje predilecto, de muchos que pasan de los treinta.

“Llegamos hoy (el jueves pasado) temprano, y nos vamos más tardito. Pero echamos de todo. Yo tenía vacaciones, la empresa me dio una semana y me coincidieron con las de la familia”, confesó el señor Róger Amador, de Desamparados, quien se hizo acompañar de su esposa, dos hijos y dos sobrinos.

La realidad del Puerto, según datos de la Cámara de Turismo de Puntarenas, es que el 85 por ciento de visitantes son nacionales.

En hoja de almendro

No crea que el Paseo de los Turistas es mar, playa y nada más. Allí usted consigue el mejor vigorón del mundo. De chicharrón de carne o de pellejo, y hasta de pollo, acompañado del característico “chimichurri” servido en hoja de almendro.

“Eso es típico aquí en Puntarenas, así se sirve siempre. Se acompaña con una horchata o resbaladera, o de una gaseosa”, dijo Carlos Venegas, uno de tantos vendedores. En promedio cuesta ¢1.000, o bien ¢1.500 si se “echa” el mixto”.

¿Y el “churchill”? Es algo que no puede dejar de probar quien se jacte de ir al Puerto. En cada quiosco venden uno.

La pesca artesanal es otra opción, allí en pleno muelle, con plomo, anzuelo y carnadas. Se disfruta al observar la concentración de unos con cuerda en mano y otros con cañas profesionales.

Y nada más reconfortante que tomar de la mano a su pareja o a sus niños y observar el espectacular celaje desde el muelle.

Y si es jueves, como nos tocó a nosotros, cerrar la tarde a lo grande con un concierto de la Banda Nacional de Puntarenas, con “churchill” en mano o vigorón o, por qué no, una cervecita.

Si bien es cierto no hay surfistas – por la tranquilidad del mar–, ni “jet skys” ni aeroplanos sobrevolando el mar, ni motos o cuadraciclos, ni música estridente en carros parqueados, ni gente acampando, sí hay mejengas y de las bravas, espacio para correr en la arena y ambiente nocturno, con fiesta, karaoke, bares y discos, con jóvenes que no le quitan ese toque familiar y mágico al Paseo de los Turistas.

Sáquele el jugo

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Pedro Pablo Blankenshirp, Sebastián Quirós y Charly Blankenshirp disfrutaron jugando con la arena, el jueves pasado en Puntarenas. Son de Miramar.

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La Banda Nacional de Puntarenas le da un aire diferente al Paseo de los Turistas. Se presentan los jueves a las 6 p.m. y los domingos a las 10 a.m.

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Los jóvenes disfrutan sanamente de una mejenga en plena arena. Hasta marcos de verdad tienen. Este muchacho se la jugó como “Porritas”.

Bonitos, rayas y corvina en pleno muelle

Desde hureles hasta mantarrayas. De todo se puede sacar en el muelle de Puntarenas, aunque se debe tener una buena caña, paciencia y rezar para que la suerte esté de su lado.

Lo que más salen, según los entendidos, son los bonitos, de carne apetitosa y los hureles, aunque en la noche la corvina es lo que pica, según Norberto Moraga, un asiduo pescador de la zona.

“Muchos turistas vienen aquí a pescar. Pero no se puede vivir de esto. Solo los que lo hacen de noche, que sacan la corvina”.

Un “churchill” y adiós calor

Róger Amador no lo pensó dos veces para comprar cinco “churchills” en uno de los tantos quioscos del Paseo de los Turistas, en Puntarenas.

Su esposa Carolina Zúñiga, su hija María José y sus sobrinos Luis y Adrián Valverde, disfrutaron no solo del paseo, sino del sabor y frescura del “churchill”, famoso en Puntarenas.

“Vinimos a disfrutar y no puede faltar un ‘churchill’. Cuando venimos siempre compramos uno para refrescarnos”, expresó Róger Amador, padre de familia y vecino de San Rafael Abajo de Desamparados.

Para combatir el calor y sentarse debajo de una palmera a disfrutar del paisaje, no hay nada como un sabroso “churchill” porteño.

En realidad, el famoso “churchill” no es más que un granizado con helados y con una cantidad considerable de las dos leches.

Hasta le dan al cliente un “tarrito” de los pequeñitos de leche condensada, para que el comprador le eche lo que desee.

El precio del “churchill” es de ¢1.200 con dos leches y ¢1.500 con todo (helados), y lo sirven en un “vaso copa”, de los grandes.

Foto: 1651850
Los niños tienen espacio para disfrutar en una lona, para brincar en pleno Paseo de los Turistas. Es otra opción para el disfrute de los pequeños.
Allen Campos.

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