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Alexis Barquero relata lo que ha vivido desde finales del 2002 “Mancharon mi nombre para toda la vida” Tribunal lo absolvió esta semana, 4 años, 5 meses y 18 días después de haberlo acusado de violar y embarazar una niña nicaragüense de 9 años Rodolfo Martínrmartin@aldia.co.cr Turrialba, Cartago. - Alexis Barquero Cascante, peón agrícola acusado de violar y dejar embarazada a una niña nicaragüense de nueve años –a finales de noviembre del 2002 en Las Colonias, en Tuis de La Suiza–, fue absuelto el martes por el Tribunal de Juicio local. “El juicio terminó y me fue bien, pero mancharon mi nombre para toda la vida”, expresó el jueves, en su humilde casa.
Barquero, de 24 años, fue absuelto al final de un proceso judicial de 4 años, 5 meses y 18 días, que saltó del plano regional al nacional y, después, al internacional. “¡Pellízqueme para estar seguro de que estoy despabilado, de que ya desperté de esa larga pesadilla!”, expresó. La víctima, de nombre Rosa, es la hija de una pareja de nicaragüenses que había llegado a Costa Rica dos años antes del suceso que le cambió la vida a Barquero. Aquí, se ganaban la vida en las cogidas de café. La historia, de la cual, al parecer luego se hizo un libro y una película en Nicaragua, comenzó el martes 14 de enero del 2003, cuando Rosa fue llevada al hospital William Allen, de Turrialba, porque tenía una afección vaginal, según el expediente judicial. Los médicos no sólo le diagnosticaron varias enfermedades de transmisión sexual, sino también un embarazo de 10 semanas. Al día siguiente, Ivette Ramírez, trabajadora social del Comité de Atención Integral al Niño, Niña y Adolescente Agredido de ese hospital, planteó la denuncia ante la Fiscalía para que investigara una posible violación. La noticia, a partir de ahí, corrió como pólvora. El nombre de Alexis apareció por primera vez el 15 de enero. La niña, en su declaración inicial, dijo que fue violada por él cuando volvía a la casa de la abuela, tras haber ido a la pulpería. Alexis rechazó los cargos durante la indagatoria efectuada al día siguiente. Admitió conocer a la niña de vista, pero dijo desconocer por qué “inventaba” las acusaciones. “Lo que puedo asegurar es que yo nunca la he tocado y mucho menos violado”, expresó ese día el campesino, quien es padre de tres hijas, la mayor de crianza. Una de las primeras dudas, de varias que surgieron durante el proceso, la planteó Ana Vanesa Núñez, de la Oficina de Defensores Públicos. Núñez preguntó por qué, si la víctima y sus familiares conocían al sospechoso, tardaron dos meses y medio para presentar una denuncia tan somera. Cambió la versión El 11 de febrero del 2003, en un anticipo jurisdiccional de la prueba, la chiquita cambió la versión y dijo que el ataque sucedió al regresar de la escuela. Ella agrega y recalca que fue una única vez. “Si esto fuera cierto, nuestro representado no pudo ser, según lo confirmaron las pruebas técnicas”, expresó Gilberto Corella, quien compartió la defensa con la abogada Adriana Rojas. Uno de los exámenes forenses reveló que “para lograr la condición de himen dilatado en una menor de nueve años, se requiere de una manipulación paulatina y prolongada que no se lograría con un solo acceso carnal”, de acuerdo con lo conocido en el juicio. Además, Barquero fue llevado tres veces a exámenes clínicos, pero nunca registró ninguna enfermedad de transmisión sexual. Incluso, su compañera sentimental fue sometida a un estudio similar con idéntico resultado. La familia de la niña, una vez curada y, con el proceso judicial iniciado, varió su domicilio de Las Colonias de Tuis, a San Ignacio de Acosta. “Ahí comenzó algo que denominamos como el proceso de ocultamiento, en el sentido de que la verdadera naturaleza del problema tal vez podría estar en lo interno de la familia”, expresó el licenciado Corella. Las cosas se complicaron cuando una Organización No Gubernamental de Nicaragua –inesperadamente– se llevó a la familia para Managua, con lo cual nuestras autoridades judiciales, prácticamente, perdieron contacto con la niña. Además, comenzó a circular el rumor de que la niña sería sometida a un aborto “terapéutico”, algo que, incluso, exasperó hasta al propio Cardenal de Managua, Miguel Obando. Ante esto, el 20 de febrero, la defensora Núñez pidió pruebas de ADN para demostrar, según su criterio, que Barquero no era el padre de la criatura. Sin embargo, ello no fue posible porque Rosa fue sometida al aborto. El día, la hora y el lugar en que se practicó siempre fue un misterio y aún lo es. La familia se quedó en Nicaragua y nunca más se puso en contacto con la Fiscalía de Turrialba y, obviamente, tampoco compareció al debate. Al final del juicio, la prueba contra Barquero resultó tan débil que fue la misma Fiscalía la que pidió la absolutoria. “Tuve que dejar de trabajar, empeñar un reloj y hasta hacer una colecta en el pueblo para ir al juicio. Yo me pregunto por qué la gente que me acusó, se fue y no regresó a sostener lo que había dicho en contra mía”, expresó Alexis, quien está urgido de trabajo, pues su familia no tiene qué comer. El campesino calificó estos últimos años como muy duros, especialmente, los tres meses y una semana que estuvo preso en La Reforma y San Sebastián. “Ahora, lo que me queda, es trabajar para sacar adelante a mi familia, que nunca me abandonó”, dijo Alexis.
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