Pido la palabra

Soy latino, y a mucha honra

¿Qué sería de Miami sin latinos? ¿Algo así como Costa Rica sin los nicas?, me pregunto mientras nos acomodamos en la ciudad estadounidense para la cobertura de la Copa de Oro. ¿Cómo sería? Quizás seguiría llamándose Miami, pero sería otra cosa.

Sería quizás el Miami de Shaquille O’ Neal, el de Los Heats, Los Huracanes o los Delfines del fútbol americano, o simplemente “football”, pero no el Miami de doña Isabel, la cubana que arregló nuestra habitación esta mañana, ni el Miami de Emilio –no Emilio Stefan– sino Zamora, el joven cubano afanado en cortar el césped del Orange Bowl para que luzca impecable mañana. Tampoco sería el Miami del fulano que se detuvo con toda su familia, varios minutos, al que no pregunté su nombre, sino santos y señas, calles y avenidas; “más perdidos (nosotros) que el chiquito de “La Llorona” , recién lanzados a la calle con mapa y carro rentado.

¿Qué sería de Miami sin los latinos? Seguro seguiría siendo el de Miami Beach, el de Miami Vice (¿se acuerda de la serie de TV?). “Aquí, te tropiezas con una piedra, ¡y es un cubano! Me dice sonriente doña Isabel.

“Hay algunos buenos, pero otros que solo maldades”. Como en todas partes doña Isabel. En Costa Rica, también hay nicaragüenses que, como ella, la pulsean para ganarse el arroz y los frijoles. Y también los necesitamos. ¿No será que somos distintos con un poco de lo mismo? Latinoamericanos, ¡Y a mucha honra!