Alerta en sede diplomática de Rusia

Agobiado por estafa joven causó crisis en embajada

Ruso retuvo a compatriota durante emergencia / Embajador y su personal no fueron secuestrados ni amenazados por muchacho que reclamaba el robo de $30.000

Un encuentro casual, entre dos rusos, suscitado ayer a las 12:24 m.d., en la embajada de ese país, en barrio Escalante, desencadenó una crisis que generó alerta entre las autoridades nacionales durante toda la tarde.

Esto ocurrió cuando Roman Bogdanyants, un muchacho de 20 años, se topó con su compatriota, Andrey Yurenkov, a quien no veía desde hace varios meses, pese a buscarlo porque, al parecer, le estafó $30.000 a su familia, informó anoche Artem, el hermano menor de Roman.

El encuentro se dio en el jardín frontal de la sede, precisó el director del OIJ, Jorge Rojas.

Yurenkov, al parecer, le habría cobrado $30.000 a la familia Bogdanyants para traerlos e instalarlos en Costa Rica, según Artem.

Sin embargo, la familia se sintió luego engañada porque, presuntamente, tras dos meses de atenciones los habría abandonado a su suerte.

Roman y su madre llegaron a la embajada para ver en qué podían ayudarlos porque atraviesan una situación económica difícil y desean volver a Rusia.

Rojas explicó que Roman al toparse a Andrey lo tomó por el cuello y lo metió a la fuerza a la embajada. Esto fue tan rápido que un policía que estaba en el sitio, no pudo intervenir, aclaró Rojas.

Roman lo amenazó con una pistola calibre 25 que luego apareció en una macetera.

Anoche Rojas desconocía quién era el dueño del arma.

Cuando se dieron los hechos, en la embajada habían ocho funcionarios: cinco hombres y tres mujeres. Entre ellos, el embajador Valery Nikoláyenko.

Al inicio trascendió que la embajada era foco de una toma de rehenes y por eso se activó el Comando de Crisis. La sede diplomática rápidamente fue aislada y se evacuaron algunas casas y oficinas vecinas para prevenir una tragedia.

Sin embargo, cerca de las 2:30 p.m. la calma aunque de manera lenta, retornó a la zona cuando cinco de los ocho funcionarios salieron por sus medios de la Embajada. Los únicos que se quedaron, por su propia voluntad fueron el embajador Nikoláyenko, su secretaria y el cónsul por si era necesaria su colaboración.

Ninguno, según Rojas, se vio afectado y su vida no estuvo en riesgo.

Roman y Andrey estuvieron aislados en el primer piso, mientras que el embajador en el segundo y en un salón con seguridad reforzada, precisó Rojas.

Los otros empleados, agregó, estaban en sus oficinas y, al percatarse del incidente, salieron por una puerta trasera del edificio.

Las conversaciones las manejó en forma directa el OIJ, con ayuda del empresario Manuel Mora, que sirvió de traductor.

Roman reclamó que le reintegraran el dinero que, al parecer, le quitaron a su familia. Las conversaciones, según Rojas, transcurrieron desde una oficina ubicada en el jardín posterior.

“Al final, el joven solicitó $50 mil, un teléfono celular, una botella de agua y una capa para salir”, dijo.

Se le concedió todo menos el dinero en reclamo.

Roman decidió entregarse cerca de las 4:15 de la tarde, pero no fue sino hasta las 4:45 p.m. que abanadona la sede escoltado por la policía.

En un auto del OIJ, fuertemente custodiado, fue enviado a las celdas del II Circuito donde quedó a las órdenes de la Fiscalía de Turno Extraordinario.

“El hecho de que Bogdanyants ostente actualmente una condición de refugiado no lo exonera de que pueda enfrentar una causa judicial por lo ocurrido”, aseguró ayer Mario Zamora, director de Migración.

Anoche Andrey, el presunto estafador, quedó libre, informó Rojas, vocero del Comité de Crisis.

Protagonistas ¿Dónde está mi hija? Vino esta tarde a hacer un trámite a la embajada y aún no ha vuelto a la casa. Ella se llama Eraterina y tiene 19 años”. Igor Casheva, ruso. En ningún momento hubo peligro para el personal de la embajada, aunque debo reconocer que lo sucedido fue bastante violento”. Robert Kipkéyev, diplomático. Es un muchacho tranquilo (Roman). Es probable que haya reaccionado por los problemas y presiones que tiene”. Artur Mitiniani, amigo. El objetivo de las negociaciones es salvar vidas. Queda la satisfacción que lo actuado fue correcto. Mi participación se limitó a ser traductor”. Manuel Mora, traductor.

Secuestrador Roman Bogdanyants. Edad: 20 años

Estudió en el Liceo de Belén Arlem, cuando esperaba ayer noticias de su hermano, quien se encontraba dentro de la Embajada de Rusia. Herbert Arley Roman Bogdanyants tiene 20 años y vive en Costa Rica en calidad de refugiado desde el 2005. Reside en San Antonio de Belén, con un hermano menor y sus padres. Roman trabaja en reparación de computadoras y estudió en el Liceo de Belén. Su familia llegó al país proveniente de Kirguistán. Su padre trabajó en Rusia como ingeniero y en Costa Rica se dedica a la venta de películas. En el 2005, un ruso de apellido Yurenkov los contactó por correo electrónico, y presuntamente les cobró $30 mil (unos ¢15 millones), para traerlos al país. Según Artem, de 13 y hermano menor de Roman, Yurenkov y su hermano se conocieron en Rusia años atrás. “El le robó la plata a mi familia, por eso ya no son amigos”. “Nosotros, lo que queremos es volver a Rusia, donde está mi abuela, y que nos devuelvan la plata que nos robaron, es mucho dinero”, explicó. Según Artem sus padres y su hermano llegaron a la embajada a realizar trámites y se encontraron con Yurenkov, con quien había tenido problemas por la presunta estafa. “Cuando mi hermano lo vio, se enojó mucho y fue por eso que se puso agresivo y violento. Lo que él quería es que le devolvieran el dinero que nos robaron y que nos ayudaran a volver de nuevo a Rusia. Ya no queremos estar aquí”.