Neyssa Calvo Achoy

Un día su esposa le dijo que él debía asumir la tarea de estudiar con sus tres hijos, uno de ellos diagnosticado con déficit atencional. Fue un gran reto para Roberto Alfaro, pues tenía que distribuir su tiempo entre ser “profe” y pilotear aviones para una línea comercial.

Al principio tuvo que estudiar él y luego ingeniárselas para hacer del estudio algo muy divertido.

¿Qué fue lo que hizo? Simple: una serie de cuestionarios que resumían los puntos más importante de los contenidos de las asignaturas, pero en lugar de hacer que los chicos escribieran las respuestas a mano los invitó a sentarse frente a la pantalla de la computadora.

Así es, se valió de la tecnología para capturar la atención de sus hijos con un sistema interactivo.

Para su sorpresa descubrió que además de mantenerlos despiertos los motivaba a seguir estudiando.

Los resultados, dice Alfaro, fueron evidentes en las buenas calificaciones de sus hijos.

La satisfacción fue tal que pensó en ofrecerle a otros padres una herramienta que apoya en el mejoramiento académico de sus retoños y que además es divertida.

Así fue como nació “Help” un software educativo que abarca los contenidos de las materias básicas de educación primaria: ciencias, español, estudios sociales y matemáticas.

El programa evalúa y califica mediante preguntas. Por ejemplo, para primer grado hay más de 4.700, para segundo grado más de 5.300 y en tercer grado más de 6.600.

Cada paquete, dice Alfaro, fue elaborada por más de 50 educadores que se dieron a la tarea de condensar los temas de los libros.

Ese material fue tomado de los libros que se utilizan en las escuelas de nuestro país, en los seis niveles de primaria.

Todo este trabajo le consumió año y medio, además de una suma considerable de dinero, pues fue de su bolsillo que salió gran parte del financiamiento de su obra.

¿Por qué? Su respuesta es rápida: “Mi ilusión siempre fue ser piloto y cuando lo logré sentí en mi corazón que debía devolver algo del favor a Dios. ‘Help’, es mi forma de agradecerle, pues sé que ayudo a niños y adultos”.

Esta herramienta está ya al servicio de los ticos desde junio del año pasado. Sin embargo, hasta este año se está dando a conocer.

Su precio es de ¢20 mil por software y la gente puede encontrarlo en las tiendas Universal y Policromía, así como en las fundaciones Paniamor en Los Yoses, y Unidos por la niñez, del Banco de Costa Rica, en San José.

¿Qué sigue? En estos momento, señala Alfaro se encuentra en “baño María” la creación de un registro electrónico de los menores, que le permita a los padres de familia o tutores tener en forma actualizada, en sus equipos personales de computo, los datos más relevantes del pequeño como cicatrices, tipo de sangre, color de cabello, peso y hasta teléfonos de los amigos.

“Es algo muy útil ante un extravío del menor. Esta ficha podría ser impresa y enviada a los oficinas del OIJ a fin de agilizar la búsqueda”.