Roxana Zúñiga Quesada, periodista
ropazu@racsa.co.cr

¿Qué es la felicidad? Un tsunami de tinta, papel y neuronas agotadas han tratado, desde Caín y Abel (pero no el nuestro), de responder esta incógnita.

Nadie ha acertado con una definición convincente, de manera que cada quien se la contesta como puede. En lo que muchos coinciden es que el dinero no hace ni da la felicidad… ¡pero cómo ayuda…!

En el Laboratorio de Neurociencia de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, efectuaron estudios y descubrieron que el ser humano más contento del planeta es un monje budista de origen francés, hijo de un célebre pensador: Jean Francois Revel.

El personaje vive en un cuarto de dos por dos, es casto y no posee artículos de ninguna clase: es un infierno para los publicistas, mercaderes y demás adoradores del becerro llamado Consumo.

La investigación establecía un “felizómetro” y marcaba una escala máxima de 3, pero el religioso sacó 4,5… o sea, muchísimo más feliz que una lombriz (esta debe serlo porque vive bajo tierra y no ve lo que nosotros acá en Tiquicia).

El monje se sometió por años a 256 sensores cerebrales y docenas de resonancias magnéticas. En las zonas donde se ubica el estrés, el coraje y la frustración, no contabilizó nada, y donde se acomoda la satisfacción y la plenitud existencial, sobrepasó los límites. Aquí, hemos construido nuestra versión del “felizómetro” y la próxima semana les cuento en qué consiste. No se lo pierdan: explicarlo me hace muy feliz.