Domingo 14 de diciembre de 2008, San José, Costa Rica
Nacionales | Llenazo en la avenida central
Tarde de diciembre en el bulevar de los sueños
Vendedores ambulantes, niños, policías y escenas amorosas
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    Las palomas son una de las atracciones de la avenida central para los más pequeños. Fotos: José Rivera.
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    “Tornillito” regala sonrisas a los más pequeños y vende globos y figuritas en la Plaza de la Cultura.
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    Peatones cruzan la calle cuando el semáforo está en verde. Una mala costumbre en San José.
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    Pintores de cuadros con “spray” son comunes en estos días.
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    Mariela Gamboa se tomó una foto montada en el caballito. Es de San Ramón y tiene 5 años.
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    La seguridad está presente en la avenida central.
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    San José es una mezcla de moda, juventud, alegría... hay para todos los gustos.
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    José Pérez vende sus cuadros al óleo en mil colones.
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    Vendedores alerta.

Franklin Arroyo González
farroyo@aldia.co.cr

Entre el mar de gente que es la avenida central por estos días, los niños aprovechan la “platica” de los aguinaldos de sus padres, tíos o abuelos para montarse en caballos, alimentar palomas, comprar globos y comer en los restaurantes de comidas rápidas.

En el bulevar de los sueños (no rotos, como dice Sabina), muchos deseos se vuelven realidad.

El de Mariela Gamboa de 5 años, quien vino desde San Ramón a San José, fue montarse en el caballito que Benjamín Porras tiene para tomar fotos a los niños. “Desde que lo vio, me dijo que se quería montar, y le di gusto”, expresó la madre de la pequeña, Luz Marina Arias.

Pagó ¢2.000 y siguió buscando la ropa de los estrenos de los suyos. “Estoy cansada, hay que andar mucho, pero he visto precios cómodos”, manifestó la ramonense.

Pero no todos los padres son tan “botados”. “Ahí los zapatos son carísimos”, decía un señor a su hija, mientras miraba en la vitrina de la zapatería Flexi, sin siquiera preguntar los precios.

Así es la capital cualquier tarde de diciembre y de verano. El “avenidazo” es un espectáculo multicolor con su ventisca fría navideña que obliga a muchos al abrigo, aun con sol.

Los hombres se deleitan con ombligos al viento, piernas bronceadas, pantalones ajustados y escotes de escándalo.

“Aquí descanso un rato y veo güilas, ¿no ven cómo andan por todo lado?”, expresó Ramón Luis Murillo, vecino de Desamparados y vendedor en una tienda.

No faltan brazos masculinos tatuados, corbatas, elegancia y una mezcla de olores de perfumes, sudores, basura y comidas, que hacen del “avenizado” algo particular y único.

Callejeros

No faltan las manifestaciones artísticas, afirma José Pérez, quien se dedica a pintar cuadros al óleo.

El artesano, de la reserva Alto Quitirrisí de Puriscal, debe vender barato. “Imagínese que las doy en ¢1.000, pero sí se vende”.

Los payasos están presentes en la avenida, como “Tornillito” quien hace su agosto (o su aguinaldo) a punta de globos y figuritas (a ¢500 y ¢200) aunque no todos los días son buenos.

“Hoy (jueves 12) ha estado malo. Los niños se acercan porque uno les causa curiosidad y es uno de los objetivos, pero el otro, que es el comercial, a veces no surte efecto”, dijo.

El hormigueo es intenso. Policías de cuatro en cuatro, novios en un puro beso, una señora que carga paquetes, otra pareja comparte un cono y los niños felices con las palomas de la Plaza de la Cultura.

También hay borrachines, y se debe cuidar la billetera. Sodas, cafés, restaurantes, cafés Internet, tiendas, zapaterías, todo está abarrotado. Los carros se abren campo entre el mar de gente que les impide el paso, aunque la luz esté en verde.

De todo hay en el bulevar de los sueños. Vendedores ambulantes de discos, juguetes, abrigos, blusas y pantalones pendientes de que no les decomise la mercadería la Policía Municipal.

Esta avenida tan querida es en diciembre una vitrina, donde los sueños, gracias al aguinaldo, se hacen realidad.

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