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Drama en las montañas de Coto Brus “¿Tiene el espíritu”?, dijo “sí” y mataron al indígena Fiscalía también detuvo a 2 hermanos del occiso que participaron en la mortal paliza Guiselle Cruz, corresponsal y Rodolfo Martínrmartin@aldia.co.cr Coto Brus, Puntarenas. - Una supuesta grave transgresión religiosa habría sido, al parecer, la causa para que cuatro indígenas perdieran el control y, de manera irracional, asesinaran el domingo por la tarde a garrotazos y patadas a un vecino y pariente en Altos de Copey, Limoncito de Coto Brus. “Hay que darle muerte porque cometió pecado”, gritaban tres de los cuatro sospechosos antes de iniciar la agresión, según la versión de dos testigos.
La víctima fue Joaquín Bejarano Bejarano de 26 años. Inicialmente aparecían como sospechosos dos hermanos de apellido García, de 26 y 30 años. Sin embargo, antenoche también quedaron detenidos dos hermanos del occiso, confirmó la fiscal Luz Mary Molina Calvo, quien coordina las investigaciones que despliega el OIJ de Corredores. El grupo empezó el ataque luego de que uno de los hermanos García, al parecer, le restregó a Bejarano una Biblia por la cara, según testigos. “¿Tiene usted el espíritu?”, inquirió un sospechoso a Bejarano, quien respondió que sí. Al parecer, explicaron fuentes policiales, el cuestionamiento se refería a si contaba o no con algún poder especial. García, cuñado de Bejarano, acusaba a la víctima de que merced a este “poder” especial, había embrujado a cinco familias, incluida la suya. Este corto diálogo ocurrió el domingo antes de la 5 p.m., en la casa de Antonio Bejarano, hermano de la víctima. Darle muerte “¡Hay que darle muerte... hay que darle muerte!”, insistió el sospechoso. Los dos hermanos García comenzaron a agredirlo a patadas, mientras que una hermana de Joaquín, presuntamente, los instigaba, no solo machacando la misma frase, sino que incluso alcanzó los garrotes homicidas. El otro hermano de Joaquín, al parecer, sostenía a su esposa Denia, quien quería defenderlo. “Ahora no hay que pensar en él, sino en Dios”, le habría recalcado el cómplice. Esta versión no solo fue confirmada por la hoy viuda, sino también por su joven sobrina, hija de la mujer que lanzaba las arengas. Además del supuesto embrujo, a Joaquín también le cobraban, presuntamente, que ingería mucho licor y que bajo los efectos del alcohol amenazaba de muerte a sus familiares y vecinos. Antonio regresó a su casa a las 5 p.m., hora para cuando todo estaba consumado. La fiscal Molina solicitó prisión preventiva para los cuatro sospechosos, petición aceptada por el juez penal de turno de Corredores, Eduardo Rojas. Durante la indagatoria, los cuatro indígenas, representados por una sola defensora pública, se abstuvieron de declarar. “Ese día no solo murió una persona, sino dos”, expresó en tono bajo y misterioso una indígena que anteayer bajó de la montaña a San Vito para seguir de cerca el proceso. Al parece, de acuerdo con la interpretación que dieron los presentes, indígenas y policías, hablaba de la muerte del “espíritu”. Instantes después, cuando las autoridades la buscaron para identificarla y que ampliara su relato, ya ella había desaparecido del edificio de los Tribunales de Coto Brus.
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