Carlos Freer. Cineasta
cfreer@cariari.ucr.ac.cr

“Pero se mueve”, afirmó entre dientes Galileo, cuando la Inquisición lo obligó a decir que la Tierra no se movía.

Y es que el movimiento es una constante en el Universo y en nuestro mundo. Se mueven las manos, las aguas, las hojas, los astros.

El movimiento es constante. Por eso, la gente se admiró tanto cuando el cinematógrafo logró reproducir el movimiento. Su gran secreto fue hacer simple aquello que en toda la historia de la humanidad fue un sueño: atrapar, registrar y reproducir el movimiento.

Para ello hay que contar con la complicidad de la retina y el cerebro, pero, sobre todo, con la ensoñación.

Aquí hay tres artistas, Roberto Guillén, Osvaldo Sauma y Carlos Eduarte que ya no solo saben dominar el movimiento, sino que le dan animación a los objetos, los personajes, las situaciones.

Se valen del dibujo estático, al que luego le dan vida; lo ponen a moverse en todo sentido, dirección y espacio. No en vano compañías hindúes, japonesas y gringas contratan a su estudio, Flex, para que animen sus películas, sus historias, sus guiones.

Dichosamente, he tenido la oportunidad de establecer con ellos una alianza, que permitirá a jóvenes y maestros costarricenses ver algunas escenas de la gesta del 56 con personajes, situaciones y episodios con animación.

Espero que las autoridades educativas reconozcan este esfuerzo porque la historia del país se podrá ver, analizar y comprender de una manera sumamente “animada”.