Sobre el terreno

No quisiera ser un árbitro tico

No quisiera ser árbitro en Costa Rica. No me gustaría estar bajo la crítica permanente de personas que probablemente ni una vez en su vida han leído completo el reglamento de este juego. Ni en las categorías profesionales, ni en aficionados.

¡Menos árbitro de niños! donde cada madre, cada padre es árbitro y en todos los choques individuales que tiene su hijo con un rival lógicamente defienden al suyo con gritos, silbados y amenazas, ordenando al á rbitro lo que debe hacer.

No quisiera ser árbitro en estas categorías donde a veces parece que los defensas juegan todo el partido con una mano levantada, señalando al árbitro que su rival está en fuera de juego. Acompañados con sus entrenadores en coro gritan “hey” cuando el rival se acerca, para que el árbitro (ignorante) se dé cuenta que nuestro rival cometió falta.

Supongo que el estrés y sufrimiento debe ser aun más duro en el fútbol grande, donde los críticos sobran y los reconocimientos faltan. Donde exárbitros, que quizás en su tiempo erraron mucho más que los actuales, hoy critican sin limitación. Donde dirigentes, disculpando el bajo rendimiento de su equipo indirectamente intimidan el árbitro, solicitando para sus próximos partidos la mejor calidad arbitral que tengamos.

¿Acaso existe un ránking de árbitros para saber cuál es mejor? ¿O existe un árbitro en este hermoso país (con solo dos estadios avalados por FIFA para eliminatorias) que todos los equipos quieran en sus partidos? ¿Si todos piden el mejor, que harán los peores? ¿Renunciar? No es fácil ser árbitro en Costa Rica, donde casi nadie reconoce sus méritos, pero todos quieren comérselo vivo al mínimo error.