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 Nacionales Domingo 30 de marzo, 2008, San José, Costa Rica.
   

Compartimos poco con familiares y amigos

No somos dueños de nuestro tiempo

Ritmo de vida agobia a ticos

Esteban Rojas Sáurez

Ya no somos dueños de nuestro tiempo. El trabajo, los estudios y la vertiginosidad con que vivimos nos deja pocas horas para compartir en familia y realizar actividades al aire libre con los amigos.

Fines de semana

Tenemos muy poco tiempo para compartir con familia y amigos. La gran mayoría lo hacemos sólo durante los fines de semana.

El jefe de emergencias del hospital México es un claro ejemplo del ritmo de vida que agobia a los costarricenses.

Mauricio Saldirriaga, médico de 39 años de edad, confiesa que su vida transcurre a muy altas revoluciones, pero aclara que no es un obstáculo para sentirse satisfecho con lo que hace.

“Mis días son muy apresurados, me levanto todo el tiempo a las 5.30 a.m. Como vivo en Escazú y entro al hospital a las 7 a.m. no puedo desayunar, por esto, me tomo una gaseosa de camino, cuando voy en el carro”, comenta.

A su llegada al centro médico, Saldirriaga revisa que todos los trabajadores lleguen a sus puestos y analiza cuáles son los pacientes que están más delicados. A las 8:30 empieza a pasar visita en lo que él llama un “servicio muy dinámico”, en el que por día atiende aproximadamente entre 40 a 50 pacientes, hasta las 4 p.m.

El almuerzo es algo que soluciona en cinco minutos sentado en su oficina. “Como muy rápido porque el trabajo aquí adentro es mucho, tengo tiempo de compartir con los colegas en el diario vivir dentro de la profesión”, expresa.

Tras salir del hospital, se dirige a un centro de capacitación en emergencias en donde imparte cursos. Allí, como en el transcurso del día, su teléfono celular no para de timbrar. “Las llamadas son constantes, sobre todo de los colegas”, afirma.

El día termina normalmente a las 11:30 p.m., cuando llega a su casa a descansar.

“El tiempo que le dedico a mi pareja lo hago en el trabajo, porque ella también es médico y encontramos el momento para vernos y tratar de compartir unos minutos”, relata Saldirriaga.

Tiempo nos gobierna

El sociólogo de la Universidad Nacional, José Carlos Chinchilla, explica que antes teníamos control del tiempo, pero ahora “somos objetos del tiempo, y este nos controla”.

“El tiempo depende de cadenas de producción, de redes informáticas que le impiden a las personas poder controlarlo”, ahonda.

Para el experto, la globalización del mundo y las tecnologías (como los correos electrónicos, los teléfonos celulares, la televisión e Internet) arrastran a la gente a interconectarse.

Estamos más cerca de las personas que se encuentran lejos, pero no podemos mantener relaciones más personalizadas.

“Ya las formas de comunicación son más virtuales que personales, podemos hablar con muchas personas dentro y fuera del país, pero no hay una relación directa con estas personas”, indica.

Personas que, por ejemplo, se escriben por Internet, pero cuando se conocen cara a cara esa atracción se rompe, debido a que por medio del correo “decimos cosas que no diríamos cuando estamos frente a frente”.

La psicóloga Andrea Rojas comenta que el ritmo de vida en el que estamos inmersos no nos deja tiempo suficiente para conocernos a nosotros mismos y a las demás personas que están cerca.

“Si usted no se conoce a sí mismo, su capacidad para relacionarse con los demás se ve más limitada afectando el entorno social”, explica Rojas.

Y producto del trajín diario es también la violencia en las calles. “El ritmo de vida lleva a las personas a tener menos espacios para distracción y compartir, menos espacios de salud mental”, expresa.

Para Rojas, la tecnología no tiene por qué ser problema, por el contrario puede unir a la familia en espacios como el cine y la televisión. Lo que sí es preocupante es el uso y las prioridades que se le dan a las tecnologías porque no compartimos tiempo de calidad.

En muchos momentos mientras conversamos con una persona, estamos enviando mensajes de texto o navegando en la red.

Los expertos recomiendan definir prioridades y verificar cuánto tiempo le dedicamos a lo que realmente es importante, como una forma para sobrevivir a la agitación de la vida diaria.

No alcanza

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S í se puede tener tiempo para todo. Hay que tener claro cuáles son las prioridades de uno”

Kattia Benavides, Barrio México

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El trabajo y los viajes que tengo que hacer me quitan mucho tiempo.”

Óscar Talavera, Liberia

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Está en cada una de las personas sacar el tiempo para compartir con la familia.

Maristella Vaccari, Moravia

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Efectivamente cuesta sacar tiempo para la familia y los hijos, por todo lo del trabajo.

William Casasola, Heredia

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En mi caso trabajo durante el día y en la noche estudio, y me queda poco tiempo.

Stephanie Soto, San Pedro

Recibe 30 mensajes de texto por día

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A sus 14 años, Valeria Sequeira, estudiante del colegio San Nicolás de San Joaquín de Flores de Heredia, admite que no tiene mucho tiempo para compartir con su familia, debido a sus actividades diarias.

Su día comienza a las 6 a.m. Desayuna en 10 minutos para no llegar tarde. Y va a clases de 7:30 a.m. a 2:50 p.m. “En los recreos y entre clases tiene uno tiempo de reírse con los amigos”, dice.

Esta joven recibe por día unas 10 llamadas a su teléfono celular y más de 30 mensajes de texto.

Valeria le dedica una hora diaria a las actividades del colegio. Los fines de semana sale con sus amigos y tiene que estar de regreso a las 10 p.m.

“Entre semana cuesta mucho sacar el rato para compartir en familia, lo hacemos sobre todo los fines de semana que estamos todos”, comentó. Por las noches, dedica un par de horas a escuchar música.

Prefiero estar con mis hijos

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La maestra de educación especial, Aurora Valverde, prefiere no sacar una maestría, para poder compartir con sus tres hijos y esposo.

Su día es muy movido, sobre todo en horas de la mañana.Se levanta a las 5:20 a.m., prepara el desayuno y las meriendas de sus hijos. “Saco el rato para desayunar con mi esposo, unos 15 minutos”.

“Yo tengo el tiempo sincronizado, desde las 5:20 hasta las 7 a.m., porque si me atraso llego tarde al trabajo”, relata.

Aurora comparte con sus hijos después de las 2 p.m. y les ayuda con las tareas de la escuela.

“El tiempo de la cena es el único momento que tenemos para poder compartir en familia y para mí es realmente importante. Es el momento para hablar y que mi esposo hable con los muchachos y es tiempo para compartir juntos.”

Una vida muy apresurada

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Carolina Orcullo, de 21 años, estudiante de mercadeo en la Universidad Latina, tiene una vida muy apresurada. “Yo trabajo en Pavas y estoy en la universidad, tengo que sacar tiempo para todo, porque vivo en Heredia”.

Faltando 10 minutos para las 6 a.m., está levantada y lista para empezar a correr.

Por las presas dura más de una hora en llegar a su trabajo en Pavas. Su papá la lleva y aprovecha para compartir con él.

“Trabajo de 8 a 5 y almuerzo en 45 minutos. A lo largo del día recibo unas 15 llamadas a mi celular, unos 20 mensajes de texto y unos 40 correos electrónicos”, narra.

Cuando va a la universidad, Carolina debe calcular bien el tiempo para que no la deje el tren que toma en Pavas y la lleva a San Pedro. “Tengo clases de 6 a 8:30 de la noche y llego a mi casa pasadas las 9 p.m.”

Asegura tener muy poco tiempo para compartir con su familia debido a la gran cantidad de actividades que tiene que realizar durante el día. “En la noche saco como una hora para estar con mis papás y mis hermanos”, expresa.

“Es muy difícil sacar el tiempo para todo lo que hay que hacer, entre semana es complicado y los fines de semana estudio inglés, y en la tarde voy a un curso, y el domingo trato de sacar el rato para la familia”, dice.

Foto: 1947175
San José es como un hormiguero todos los días, la gente va y viene sin parar.
Herbert Arley.

Foto: 1947153
Mauricio Saldirriaga no deja de trabajar ni un minuto.
Alexander Otárola.

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