Ronny Rojas
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Podría ser la dieta, el clima o la calidad del agua; tal vez son los genes nicoyanos o el haber llevado una vida activa y sin estrés.
Las razones no son claras, pero lo cierto es que los ancianos en la península de Nicoya, en Guanacaste, figuran entre los que más años viven en todo el mundo, según un estudio realizado por el periodista científico Dan Buettner.
El estadounidense publicó un libro el mes pasado, titulado Blue Zones, en el que clasificó a Nicoya como una de las cuatro “zonas azules” del planeta, es decir, uno de los sitios en los que la gente vive normalmente 90 ó 100 años.
Las otras tres son la isla mediterránea de Cerdeña, en Italia, la isla de Okinawa, en Japón, y una comunidad de Adventistas del Séptimo Día en Loma Linda, California, en Estados Unidos.
Buettner se interesó en Nicoya debido a un estudio del investigador Luis Rosero Bixby, quien dirige el Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Entre otras cosas, Bixby determinó que la mortalidad entre los ticos mayores de 90 años, es 10 por ciento más baja en la península de Nicoya. Además, en esta zona el promedio de ancianos que mueren por cáncer es 23 por ciento menor que en el resto del país.
“Una persona de 60 años en Costa Rica (Nicoya) tiene cuatro veces más la probabilidad de llegar a los 90, que una persona de 60 años en Estados Unidos”, declaró Buettner a la revista National Geographic hace un mes.
“Costa Rica gasta un quinto de lo que nosotros (Estados Unidos) gastamos en salud pública, pero ellos lo invierten en los lugares correctos”, añadió el investigador.
¿Y cuál es el secreto?
Aunque las razones no han sido determinadas científicamente, la larga vida de los ancianos en Nicoya podría tener su origen en la dieta sana que llevaron, libre de productos químicos y basada en alimentos como el maíz, los frijoles, la yuca y la leche.
“Durante el siglo pasado, Nicoya estaba casi aislada del mundo moderno, las aguas no estaban contaminadas, la gente se alimentaba con lo que cultivaba y hacía mucho ejercicio, no porque quisiera, sino porque tenía que caminar para desplazarse a otras comunidades”, explicó el médico Luis Diego Murillo, geriatra del hospital La Anexión, en Nicoya.
“Cuando el Gobierno implementó las garantías sociales (primera mitad del siglo XX) disminuyeron las parasitosis y mejoró la calidad de vida, ya de por sí buena que la gente tenía ”, agregó.
Otra razón, según Murillo, podría ser el clima cálido de la provincia guanacasteca.
“No hay estudios al respecto, pero sabemos que un clima benigno favorece a los ancianos. Sudar renueva sales, líquidos, quema calorías y elimina toxinas”.
Marlene Guevara, trabajadora social del hospital, opinó que la motivación por el trabajo diario mantiene vivos a muchos ancianos de la península, algunos mayores de 90 años.
“Siembran yuca, maíz o frijoles; se mantienen activos y su vida tiene sentido”, dijo Guevara.
El propio Buettner coincidió con esta apreciación. “ La gente que vive más es aquella que tiene una razón para levantarse en la mañana”, señaló en el sitio web de National Geographic.
Una de esas personas es Trino Arroyo, quien vive en Huacas de Hojancha. Este hombre de 96 años se levanta todos los días a las 5 de la mañana, toma café y sale a recorrer su finca, cuyo trabajo pesado ahora está en manos de sus hijos (ver nota adjunta).
Anner Angulo, director del hospital nicoyano, añade otra posible explicación: “antes la dieta local se basaba en el maíz, que tiene muchos nutrientes, fibra, carotenos, proteínas y vitaminas. Esto pudo contribuir a desarrollar un organismo fuerte”.
Luis Rosero recordó un estudio del científico italiano Gianni Pesci, realizado en el 2007, según el cuál el agua en la península de Nicoya contiene un alto porcentaje de calcio, lo que podría hacer más fuertes a los nicoyanos.
Longevidad en riesgo
“Son muchos factores, pero hasta ahora son especulaciones. Se requiere de un estudio científico que podría durar años para tener la certeza”, afirmó Rosero.
Los médicos consultados coincidieron en que la longevidad en Nicoya es una tendencia que podría desaparecer, debido a la dieta, abundante en grasas y productos químicos, que llevan los jóvenes, así como al alto nivel de estrés al que está sometida la sociedad actual, entre otras razones.
“Debemos concientizar a los jóvenes que si fuman, toman o consumen drogas no van a llegar a viejos y si llegan será con una salud muy deteriorada”, puntualizó Luis Diego Murillo.
Con trabajo duro le saca el jugo a la vida
Trinidad Arroyo Morera no es nicoyano de nacimiento, pero se ganó ese título a punta de sacho y pala, trabajando duro esta tierra.
Nació en San Ramón de Alajuela, el 23 de diciembre de 1911, y llegó a Huacas de Hojancha por casualidad, un día que andaba de paseo.
El sitio le gustó, se estableció allí en 1941, con 30 años y de inmediato se casó con Elvira Guerrero, una guanacasteca 13 años menor que él.
Cuando llegó a Huacas no había caminos, él y otros pioneros los abrieron. Algo bueno le dejó vivir en la península de Nicoya. Hoy tiene 96 años y está como empezando, todos los días se levanta a las 5 a.m., se toma su café y sale a trabajar.
Por un desgaste en una rodilla que lo afecta desde hace unos meses, don Trino no monta a caballo, para recorrer el potrero, el cafetal y los sembradíos de frijol que tiene.
“Todos los días busco oficio... Hay una frase que dice ‘culo sentado no gana bocado’”, dice don Trino.
¿Y a qué se debe su longevidad? Don Trino se la atribuye al trabajo diario, la comida sana y la ayuda de Dios. Don Trino y doña Elvira tuvieron 13 hijos, “nietos tengo otra carretada, hay que sacar el tiempo para contarlos”, dice (Son 37 y 11 bisnietos).
Educadores de vocación unidos por amor
Buenaventura Aguilar y su esposa Yolanda Piñar viven en Nicoya, en la misma casa, desde hace 50 años. Cuando llegaron allí, en la “calle de la ronda”, todo lo que había frente a su vivienda era un enorme potrero. Hoy al frente tienen una panadería y una venta de electrodomésticos.
Ellos están convencidos de que el tiempo pasado fue mejor, porque se vivía con autenticidad, humildad y mucha paz.
Buenaventura nació en Santa Cruz, Guanacaste, en 1920. El 14 de julio cumplirá 88 años. Yolanda es nicoyana de pura cepa, tiene 82 años y una de sus pasiones es viajar. El próximo martes viajará a Cancún, México, con una hija. Su esposo nunca la acompaña a los viajes porque, según dice “se queda cuidando la casa”.
Ambos son educadores y pasaron su vida en las aulas de muchas escuelas de la región.
Él fue director de la escuelas de Copal, de Bocas de Nosara y la Leonidas Trujillo, en Nicoya, entre muchas otras. Obtuvo su certificado como maestro a finales de la década de los 30, asistiendo a clases en el Edificio de Escuelas Graduadas, popularmente conocido como Edificio Metálico.
Ella estudió en el Instituto de Formación Profesional y actualmente sigue activa en grupos académicos de Nicoya, entre ellos la asociación Felipe Díaz Vidaurre, que intenta abrir una biblioteca pública en la comunidad. ¿A qué le atribuyen haber vivido más de 80 años y disfrutar hoy de buena salud?
“Es la alimentación, no consumimos productos como hamburguesas o pizzas y tomamos mucha leche, además hemos vivido muy tranquilos y nunca hemos vivido en la zozobra de las grandes ciudades”, respondió doña Yolanda.
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