Carlos Freer, cineasta
cfreervalle@gmail.com

A propósito del golpe de Estado perpetrado en Honduras, la semana pasada, me permití hacer un ligero recuento de las asonadas militares acaecidas en Latinoamérica

Claro que dejé por fuera muchos de estos brutales acontecimientos, como los golpes que llevaron al poder a las satrapías de Trujillo y de Pérez Jiménez.

Pero aquí, en Costa Rica, también tuvimos lo nuestro: a manos de los militares Blanco y Salazar (héroes de la Campaña Nacional de 1856-57) cayeron derrocados don Juan Rafael Mora Porras (nuestro máximo héroe en esa campaña) y, años después, José María Castro Madriz (máximo exponente de la libertad de expresión en nuestro país).

Enseguida don Tomás Guardia (otro de los participantes en la Gesta del 56) se encargó de derribar de la presidencia a don Jesús Jiménez Zamora (quien decretó la enseñanza primaria gratuita, obligatoria y costeada por el Estado).

Además, con mayor proximidad histórica, todavía nos lamentamos de la acción de los Tinoco contra el noble González Flores, uno de los presidentes más preclaros de Costa Rica.

Como ven, los militares y las oligarquías que los alientan no paran mientes en derrocar a quien sea.

Basta con que se opongan a su voluntad o sus intereses. Por eso, como lo han hecho varias personas en estos días, no termino de agradecer el mazazo simbólico de Don Pepe cuando se apeó una representación de la pared del cuartel Bellavista y abolió el ejército en Costa Rica.