Esteban Cuvardic
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Cuando el trinitario Jack Warner, presidente de la Concacaf, fue a saludar a los árbitros justo antes del partido ante Costa Rica, a un periodista se le ocurrió decir: “seguro que al saludarlo tenía un cheque en la mano para el réferi”. Qué mal pensado, ¿no?

Una hamburguesa en el área de comidas del estadio Dwight Yorke cuesta tres mil colones ticos. Un Gatorade, novecientos. No averigué el precio de una mazorca, pero me llamó la atención que las vendían por montones. Es muy popular en Tobago.

La afición de Tobago es muy tranquila. Pero, por si acaso, había un par de militares en la grada principal, portando un par de metralletas. A cualquiera intimidaban.

Qué bonito detalle fue que una banda de música compuesta por jóvenes trinitarios interpretaran, con gran solvencia y a ritmo de marimba, el Himno de Costa Rica. Un cien para ellos.

¿Están sordos en Tobago? Lo digo porque desde dos horas antes de empezar el partido, tenían una música escandalosa – por supuesto calipso, socca y reggae – a todo volumen. Era imposible hablar por celular. Y en el descanso, más de lo mismo.