Carlos Láscarez S.
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Naranjo - Tratar de romper por completo toda relación con un taxista, habría sido el motivo por el cual Jacqueline Corrales Salazar, de 24 años, se vio con el hombre que, según la Policía, terminó asesinándola de varias cuchilladas, afirmó ayer una fuente del OIJ de San Ramón.

Además dijo que, según allegados de Corrales, ella le temía al sospechoso, un hombre de apellido Segura, de 41 años, a quien catalogaron como una persona muy celosa.

Mientras permaneció detenido en el OIJ, el supuesto homicida siempre se mantuvo tranquilo y sumamente callado, dijeron ayer.

Lo que aún no queda claro fue el motivo que llevó al sospechoso a atacarla dentro de la cabina 24 de Rancho Tico, en barrio La Cima de San Isidro de San Ramón.

Ayer, en San Jerónimo de Naranjo, las preguntas sobre lo que había ocurrido reinaban entre los pobladores, quienes esperaban la llegada del cuerpo de Jacqueline, en horas de la tarde, a su vivienda donde sería velado.

Para algunos vecinos, fue incómodo dar comentarios, ya que tanto la víctima como el detenido habitaban a escasos 250 metros uno del otro.

“Éramos como gemelos”

Augusto Corrales, de 23 años y hermano de Jacqueline, comentó ayer, mientras esperaba los restos, que tras enterarse del deceso entró en “shock”, por lo que tuvo que recibir atención médica.

“Siempre guardé la esperanza de que solo estuviera herida, pero con el paso de las horas mi fe se desvaneció. Desde pequeños éramos como gemelos y estuvimos en la escuela en la misma sección”, afirmó.

Ambos cursaron el primer y segundo grado en la escuela de San Jerónimo. El resto de la primaria en la escuela de El Roble. La víctima llegó hasta sétimo año en el colegio de Naranjo.

Recordó que su hermana no era de planes. Cuando se decidía por algún proyecto, les contaba cuando lo terminaba. Lo que sí había comentado Jacqueline era que iba a buscar al padre de su hija para solicitarle la pensión.

Dolor en el pueblo

Flor Muñoz, vecina.

Ella era muy especial, humilde y tranquila. Como madre, me pongo en el lugar de su mamá y la apoyo en todo”.

Augusto Corrales, hermano.

La hija ha preguntado por mi hermana varias veces. Mi madre dijo que nadie le iba a quitar la oportunidad de verla y mudarla”.

Antes del oficio en la casa, lo primero que hacía Jacqueline era poner el radio.

“No se hallaba sin sentirse contenta”, recordó ayer su hermano.

Además, le gustaba mucho leer por las tardes y pasear con su hija, Julieth, de dos años, a quien pocas veces dejaba sola.

Sobre el sospechoso, el hermano aseguró que este gozaba de buena reputación en el barrio y le caía bien.

“Era de los que se pensaban que no quebraban un plato, y al final quebró toda la vajilla. Es probable que la enterremos mañana (hoy) en San Jerónimo”, afirmó.