MSc. Margarita Murillo Gamboa
mmurillo@emailcr.com.

Antes de continuar sobre la forma de abordar en la educación sexual, como lo hemos venido haciendo, he querido detenerme un poco y compartirles un “pedacito de cielo” que he estado viviendo. A raíz de mi convivencia con los jóvenes a quienes suelo impartir los talleres de educación sexual.

Digo “pedacito de cielo” porque cuando logras que se abran en diálogo profundo contigo, lo que se debe hacer es disponerse a escuchar y es cuando se comienza a percibir el milagrito de la comunicación profunda y sincera.

Cuando les pregunté: ¿Cuál compromiso con su sexualidad pensaban que era importante adquirir en sus vidas y que a la vez fuera un reto para sus amigos y amigas?

Ellos respondieron: “El respeto, visto como el centro en toda convivencia. Es decir, poder tener la capacidad de respetar a pesar de las diferencias y poder vivir juntos”.

“Aprendiendo de nuestras diferencias, pero no olvidándolas”.

Si ustedes leen entre líneas, hay en ellos seguridad por seguir creciendo, por construir, por creer en sí mismos y ahí entra nuestra parte.

Los padres y maestros deben estar en la capacidad de brindar apoyo para esa conformación de metas, de valores y fortalezas tanto afectivas como morales. Aún cuando ustedes crean que no están escuchando ellos y ellas escuchan.

A los jóvenes les interesa mucho el respeto y la diversidad. Y esto hay que aprovecharlo para ayudarles a seguir el camino sin censurarlos.