Martes 8 de septiembre de 2009, San José, Costa Rica
Ovación | En tierra cuscatleca
A una hora y 15 minutos

Antonio Alfaro, enviado
analfaro@aldia.co.cr

Una hora y 15 minutos… ¿Qué es una hora y 15 minutos? Menos de lo que dura un partido de fútbol, lo que tarda la misa del domingo más el cono en el parque, su rato de almuerzo, el tiempo de vuelo entre Costa Rica y El Salvador.

Apenas 75 minutos. Y aún siendo 4.500 segundos son pocos, para encontrar respuestas.

No son nada para Lilliana Pineda, la guanacasteca que me compartió por correo su ilusión herida por la Selección. Viajó desde la pampa, pasó un trajín y el otro, más de una hora y 15 minutos con el lío de las entradas, soñó otro tanto que valía la pena ver a la Selección frente a México. “Tengo la entrada pegada en mi cuarto por si me dan ganas de ir a otro partido”, escribe aún dolida, lastimada por una “Sele” a la que vio “tan sin alma, tan sin sangre, tan sin aquello que usted sabe”. Una hora y 15 minutos no alcanzarían para darle respuestas que la satisfagan.

Es tan corto el viaje a la tierra de las pupusas, como ir a San José desde Alajuela en un día de presa en la General Cañas. Ni siquiera alcanza para reponer el sueño, si acaso cabecear un par de veces, como hubiésemos querido que lo hiciera Saborío. En lo que menos se da usted cuenta está saliendo por las puertas del aeropuerto cuscatleco, recibido por una bocanada de aire caliente, por gente sencilla, gente de todo tipo, gente como nosotros, aunque con la ventaja de no esperar tanto de su selección. Hasta bromean con la nuestra: “no la dejan salir en aduana porque viene cargada de goles”. Y tan solo a hora y 15 minutos.

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